CORAZÓN VERDIBLANCO, KIKO, EL DE LA CORZA

«Podríamos ingresar en el PSOE. Ese día les acompañaría hasta la puerta y yo no entraría...». Menos en Cuba, el mundo es ya un pañuelo en todas partes. Santiago Carrillo se encuentra en sazón para salir de la política exactamente por donde entró. Por el partido socialista, el universo más aborrecido por los comunistas. «No me avergüenzo de haber sido comunista. No hemos conseguido el socialismo democrático ni en el Este ni en el Oeste con la socialdemocracia.



Sensación de fracaso sí tengo... la tengo desde hace quince años». Hablando con Carrillo uno comprende mejor lo que significa el paso del tiempo. El comunismo, más que un movimiento político fue una época. Hace quince años era el virrey de la transición. «A Suárez le puso el Rey, pero yo fui quien le aceptó». La transición tuvo el carácter de una aventura colectiva fascinante. Probablemente la última en el siglo. Carrillo renunció temprano al programa máximo. El aspecto cumbre de la lucha de clases, la revolución social es imposible sin el ejército, o contra él. Sin el prestigio de la Revolución, la zapata que mayor desgaste sufrió en el proceso de frenado del miedo a la involución, fue sin duda el PCE.

La victoria moral pesa poco en las, urnas, así que durante años por falta de harina, todo fueron pulgas. Carrillo, que había enseñado a toda una generación a tratar con mano de hierro a los disidentes, pudo experimentar en su propia carne la eficacia del método. Tras su salida del partido, se inició una lenta pero inexorable decadencia política. La perestroi ka primero, y la caída del muro en noviembre después, ha generado todo lo demás. Me refiero al desambientado presente del movimiento comunista. ¿Puede desaparecer el PCE? «No se disuelve porque desaparecería también Izquierda Unida, Anguita puede ser separado empujándole hacia arriba. Frutos enterraría el PCE como hizo con el PSUC...». Nuestro contemporáneo sigue haciendo política y por así decirlo, apuesta por la recolocación racional de las fuerzas políticas que han iniciado el camino de la emigración desde el mundo comunista. ¿Gorbachov? «Es un hombre excepcional».

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