Si te has caído... dame tu mano Betis.

Poder, lobby y compromiso. Esos son algunos de los elementos que caracterizan al grupo de músicos -directores, solistas, gestores- que hoy dominan buena parte de los entresijos que se mueven en el mundo del pentagrama. Tocan juntos, graban juntos, mantienen una identidad en su concepción de la música. Los Baremboim, Metha, Perlman o Zuckermann, como antes lo hicieron los Bernstein, Stern, Oistrakh, Heifetz o Menuhin... inundan las carátulas de los discos desde hace años y dominan los programas de las mejores orquestas. 


Todos ellos, con su bien logrado prestigio como intérpretes y, en algunos casos, un carisma especial para comunicar, han conseguido hacerse con la parte del león en el mundo de la música. Hoy, ellos, junto al «lobby» de directores italianos (los Abbado, Muti, Sinopoli, Chailly, con el patriarca Giulini como insignia) son la cabecera deslumbrante en ese universo sonoro. La religión, la pertenencia a una minoría carismática, la propia estancia en Israel en algunos casos, le ha dado al clan judío una identidad que sus miembros se han encargado de reforzar continuamente. Siempre dispuestos a reunirse para celebrar hechos relevantes, como cuando el 18 de mayo de 1976, Bernstein, Horowitz, Stern y Rostropovich cantaban, con la Filarmónica de Nueva York como acompañante, el Aleluya de Haendel en el 85 aniversario del Carnegie Hall, una de las salas más famosas del mundo, cimentada en torno al dinero del poderoso mundo de los negocios hebreo. 

Genios de la dirección, como Erich Kleiber, Otto Klemperer o Bruno Walter, enfilaron el camino del exilio cuando los nazis llegaron al poder en Alemania. Fürtwangler dimitió en 1942 de su puesto como director de la Filarmónica de Berlín por la expulsión de los profesores judíos de su orquesta (algo que dejó expedito, por cierto, el camino para Herbert von Karajan). Bernstein, dio buenas muestras de su militancia combativa al dirigir en el propio campo de exterminio nazi, o interpretar a Beethoven ante del derrumbado muro de Berlín. Ahora, la imagen de Zubin Metha dirigiendo a sus músicos de la Filarmónica de Israel, con la máscara protectora al lado de sus partituras, vuelven a reforzar la imagen de compromiso de ese poderoso clan.

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