ODISEA EN VERDE Y BLANCO ( Este domingo no me pasa )

Olores de cabra, gato, carbón quemado o moho y gritos y alaridos de todo tipo vienen a intensificar este pequeño universo del horror. Para la creación del Museo de los Mártires de París, el grupo Kunick adquirió 2.000 metros cuadrados del complejo comercial de les Halles, donde el próximo año instalarán también su «Museo europeo del Rock and Roll».

Los mártires de París viven en su laberinto bajo tierra gracias al trabajo de 30 técnicos de efectos especiales que hicieron posibles también las aventuras de Indiana Jones, James Bond, Alien o Superman. Escultores, taxidermistas, expertos en animación y decoradores de los estudios Pinewood de Londres conformaron el equipo que inventó bajo el suelo de París este apocalíptico museo; aquí todavía se tortura... Algunos visitantes de la exposición se preguntan por qué aparatos como la gillotina, inventada para no causar dolor y sesgar la vida de golpe, se halla incluida en este museo. Nadie ha contestado a la pregunta, pero era improbable que un aparato «tan francés» se quedara fuera de un museo como este.


Ha dicho don Ernest Lluch, rector de la Menéndez, que él aprendió flamenco en la cárcel. Ele. Devez en cuando, todos los ministros, ex ministros y otra gente principal del partiprí sacan a relucir sus años de cautiverio y confiesan aprendizajes inesperados. En el talego, hubo quien aprendió a tener paciencia, pero los más prácticos, animosos y con mayor conciencia del importante futuro que les aguardaba aprendieron cosas útiles: corte y confección, alta peluquería, manicura, el baile de la yenka y, el señor Lluch, dadas sus evidentes dotes naturales, flamenco. Ele y ele. De cómo el señor Lluch (predestinado a formar parte del cuadro de Las Brujas por su natural talento, belleza, gracia, esbeltez, aquilatamiento de cintura y traqueteo de talle) acabó para su propio asombro, y no digamos para asombro de los demás, de ministro de no sé qué y de rector de la Menéndez, es algo que pertenece a los insondables misterios del universo. 

Al parecer, quienes han visto al señor Lluch metido en bulla, des melenándose hasta el epigastrio, ponerse de pronto camarón por las cumbres del cante grande, y saberse después carmenamaya en la revolera de un baile de tronío,y escarriarse por la tragedia, y desprender erotismo sacromonte, y empemecerse al fin en el arrebato como en una yegua de fuego; quienes han tenido el privilegio de verle, hablan y no paran. Hasta el punto de que hay quien dice que ese monstruo no pudo estar en la cárcel, que donde estuvo fue en la academia de Enrique el Cojo.

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