El matrimonio me da miedo

En casa de Paco Arango hay un piano cubierto de postales firmadas por niños. «Para la mejor persona que conozco. Quiero ser como tú». El muchacho que escribió esa dedicatoria no sobrevivió y Paco todavía se conmueve con su mensaje.

Pregunta.- ¿Cómo encajó su familia tener un hijo artista ?

Respuesta.- Bien. Toda mi vida ha sido ajena al negocio familiar aunque soy consejero, accionista y opino pero siempre ha estado lejos de los despachos.

P.- ¿En qué invierte sus ganancias? ¿Ha sido víctima de Madoff?

R.- ¡Nooo! Yo creía mucho en Apple y cuando la compañía se iba a pique metí ahí mis ahorros y acerté. La fundación y parte de la película se han pagado con mis inversiones en Apple. Le escribí a Steve Jobbs antes de morir para darle las gracias.

P.- ¿Por qué los Arango son tan poco visibles en sociedad con semejante poderío económico y cultural?

R.- Es una manera de ser. Por desgracia en España existe lo opuesto, la exhibición. Nuestra familia es muy humana y discreta, somos así y no hacemos ningún esfuerzo por escondernos.

P.- Su película es conmovedora y está bien hecha. Perdone, pero ¿ha tenido un negro ayudando?

R.- Eso es un halago porque la he dirigido yo solo. Empecé a escribir el guión en 2008 cuando conocí a Antonio, el protagonista real de la historia. El caso es que Antonio superó el cáncer pero el trasplante de médula le dejó tan indefenso que a los tres meses le sobrevino una infección vírica y se murió.

P.- Aparte de la serie Aladina, ¿qué había hecho antes?

R.- Estudié cinematografía en Los Ángeles y en Boston, llevo escribiendo guiones toda mi vida, dirigir cine era mi sueño y aquí está, aunque no quería esta película fuera una historia triste

P.- Es raro que se dedique a cuidar niños con esas tragedias personales cuando usted ha tenido una vida sin problemas...

R.- Empecé como voluntario hace 12 años un día por semana. He sido un afortunado y quería entregar mi tiempo físico para algo bueno. Y resultó que en vez de huir del dolor me di cuenta que podía ayudar.

P.- ¿Qué se siente viendo morir a un niño por el que se ha luchado tanto?

R.- Pues imagínate . Donde más se podría maldecir es en el hospital, pero justamente es donde más he visto el amor

P.- ¿Maktub es algo más que cine?

R.- El primer medio millón de euros que recaude irá directamente a rehacer la planta de trasplantes de médula ósea del hospital Niño Jesús. Mi miedo era que la gente la considerara como un ejercicio de caridad y no una gran película. Y la realidad es que es muy bella y predica humanidad, perdón y buen rollo.

P.- Además del cine, la Fundación Aladina ocupa su vida...

R.- En 2006 lo dejé todo y me dediqué exclusivamente a la fundación. Atendemos a más de 1.000 niños y no precisamente entrando a la habitación y haciendo una gracia. Les conocemos a todos, hemos triplicado el número de niños españoles que salen fuera de España a campamentos especializados, nos desvivimos por ellos y hacemos muchísimo bien

P.- ¿Cómo se financian?

R.- Al principio había un tipo generosísimo que se llama Paco Arango que ponía toda la pasta. Y luego, poco a poco la gente empezó a darnos dinero, a hacerse socia. Funcionó muy bien la pulsera solidaria One de Suárez, ganamos muchísimo con ella. Financiamos cosas puntuales, desde obras a mejoras en el teatro o internet, prótesis, lo que haga falta. Vamos bien y somos trasparentes.

P.-¿Por que es tan reacio a pasar por el altar?

R.- Hace 13 años estuve a un mes de mi boda , aquello no funcionó. Me entró un miedo tremendo al matrimonio y ahora cuando más tiempo pasa más miedo le coges. Pero a veces se te hace extraño estar solo, los domingos por la mañana son durísimos. Si un día aparece una señora con un niño y dice que es mío, es que no hago ni el test de ADN, me lo quedo aunque sea pelirrojo. Pero tengo muchos niños en el hospital. Mi tiempo libre se lo dedico a ellos.

P.- ¿ Ha llorado mucho?

R.- No te imaginas. He perdido a muchos niños ,demasiados. Y estoy ahí en los momentos malos. Porque nosotros seguimos con la familia en el funeral, se los pagamos a quien no tiene dinero, repatriamos a los niños a sus países. Son sentimientos muy fuertes que hay que compartir.

P.- De ese tren ya no se puede usted bajar...

R.- Ni quiero. Es lo mejor de mi vida.

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