El príncipe Andrés poniendo en apuros a la familia real

¿Llegó a negociar el príncipe Andrés con el hijo de Gadafi la liberación del terrorista del avión de la Lockerbie? ¿Por qué acogió el príncipe Andrés en Buckingham al yerno del ex dictador tunecino Ben Ali? ¿Es cierto que el príncipe Andrés vendió una de sus propiedades al yerno del presidente corrupto Nazarbayev de Kazajistán a un precio muy superior al del mercado? ¿De qué hablaron en su reciente encuentro el príncipe Andrés y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, conocido por su escaso respeto por los derechos humanos? Y finalmente la pregunta demoledora y definitiva, gentileza del Daily Mail: ¿Es cierto que el príncipe Andrés participó en una orgía en una piscina en las Bahamas junto a su amigo, el multimillonario y pedófilo norteamericano Jeffrey Epstein?

Sobre el Palacio de Buckingham, y por cuenta del duque de York, se ha desatado una tormenta que amenaza con dejar en nada el escándalo protagonizado en su día por Sarah Ferguson durante el ruidoso divorcio. El hermano menor del príncipe Carlos y cuarto en la línea de su sucesión del trono dimitió el verano pasado como «representante especial» de Comercio del Reino Unido, pero sigue aparentemente viajando a todo lujo (757 visitas en el año 2009) y haciendo negocios en los lugares más dudosos y lucrativos del planeta.

El diputado liberaldemócrata Matthew Oakeshott ha levantado esta semana la voz y ha anunciado que formulará una serie de preguntas parlamentarias para llegar al fondo del «sucio asunto»: «Hay una confusión cada vez mayor sobre el papel real del príncipe Andrés y sobre si sigue o no representando los intereses del Reino Unido». «El Gobierno debe asegurarse de que ningún miembro de la Casa Real nos pone en ridículo por sus compañías», ha declarado el diputado laborista John Dalhuisen, tras la reciente visita del duque de York a Azerbaiyán. Otro diputado laborista, Chris Bryant, ha vuelto a la carga recordando estos días la «estrecha amistad» que el Príncipe Andrés mantuvo con Saif Al Islam Gadafi.

Aunque la investigación realizada por el juez Harry Woolf pasa de puntillas por el papel del duque de York, su relación con el hijo de Gadafi está ampliamente documentada desde que le invitara a palacio en el 2007. Al parecer, Andrés y Saif se vieron al menos en cuatro ocasiones, aunque Buckingham ha negado tajantemente que se produjera el encuentro más controvertido de todos, que pudo tener lugar en Argelia en el 2009, semanas antes de la liberación del terrorista Abdelbaset al Megrahi.

En 2008, el príncipe Andrés mantuvo una reunión secreta con Gadafi en Libia, en compañía de David Spotty Rowland, ex secretario en la sombra de los tories durante el Gobierno de Tony Blair (el mismo que le ayudó con los 66.000 libras de deudas que dejó Sarah Ferguson). Meses después, a su paso por Argelia y en la misma residencia donde se llevaron a cabo las negociaciones entre representantes británicos y libios, fue el propio Saif quien al parecer salió a su encuentro.

Pese a las reiteradas negativas de Buckingham, lo cierto es que las conexiones con la familia Gadafi -alentadas por el Gobierno de Tony Blair y con el trasfondo de contratos millonarios para prospecciones petrolíferas- saltaron más a la vista durante la ofensiva contra Libia. «¿No es el momento de que dispensemos de sus funciones al duque de York?», preguntó en Westminster el diputado Chris Bryant.

Pero lo cierto es que el príncipe Andrés, pese a dimitir de su cargo de «representante especial», ha seguido viajando tanto o más que Phileas Fogg en los últimos 80 días. Su reciente visita a Azerbaiyán y su encuentro con el presidente Aliyev ha provocado de nuevos grandes titulares: «La amistad del duque con el régimen tiránico amenaza la reputación de la Casa Real» (The Times).

Buckingham asegura que la visita no ha costado un penique a los contribuyentes y que el duque viajó «en un avión privado y a título personal». La Organización de Comercio e Inversiones del Reino Unido (UKTI) ha confirmado que el duque sigue «promoviendo los intereses» del país, sin precisar cómo.

Pese al desmentido oficial, se sospecha que Andrés tiene intereses en un complejo hotelero y un campo de golf en el Mar Caspio. Sus ocho visitas a Azerbaiyán han estado amenizadas con saltos a Turkmenistán, donde en abril se entrevistó con el presidente Gurbanguly Berdimuhamedow. En otro de su muchos viajes como «representente especial», Air-Miles Andrew (como se le conoce en círculos políticos), estrechó en Egipto los lazos con el presidente de Kazajistán Nazarbayev. Semanas después de aquel encuentro, el duque cerró la venta de su mansión en Sunninghill Park por 25 millones de dólares (4,9 millones más del precio original). Aunque la amistad más peligrosa del príncipe Andrés, y la que más tinta ha derramado, es la del millonario norteamericano Jeff Epstein, condenado por abuso de menores.

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