Acosando a Repsol

A su pesar, Repsol ocupa desde hace pocas semanas páginas enteras en los principales diarios argentinos. La petrolera sufre una sonada campaña de acoso desde las filas del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que ha llevado a reaccionar, incluso, al ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación. 

«El Gobierno está preocupado todos los días por los intereses de las empresas españolas en Argentina o cualquier otra parte del mundo», aseguró ayer en Bruselas José Manuel García-Margallo, en referencia a las noticias publicadas en los últimos días por la prensa del país latinoamericano. «Hay que mantener discreción sobre lo que está pasando. Pero lo que sí garantizo es que el Gobierno está haciendo lo que tiene que hacer», aseveró el ministro. 

La presión del Ejecutivo argentino se ha traducido en amenazas que van desde la posibilidad de nacionalizar total o parcialmente la filial argentina de Repsol (YPF) a la imposición de exigencias de inversión en el país para poder seguir operando en los campos petroleros. 

La multinacional española posee un 48% de las acciones de YPF. Otro 25% está en manos de la familia argentina Eskenazi, muy vinculada años atrás al matrimonio Kirchner. YPF informó recientemente a la Bolsa de Valores porteña de que incrementó un 50% sus inversiones en 2011. Sin embargo, la Casa Rosada se ha apresurado a asegurar lo contrario. El Ejecutivo denuncia que la inversión de la petrolera ha caído un 30%, lo que ha provocado a su vez un descenso de la explotación de los pozos y de la exploración en busca de nuevos yacimientos. 

Es por ello, según se asevera desde el propio Gobierno, que Argentina ha perdido la privilegiada posición de autosuficiencia energética. Y ahora está obligada a importar petróleo y gas por valor 9.000 millones de dólares al año. 

El Ejecutivo «está viendo que el invierno austral viene duro, porque la situación económica es bastante delicada, hay problemas con los precios, los salarios, y hasta se dice que pueden llegar a faltar medicinas», aseguran fuentes del sector energético argentino. «Necesitan dinero y la única manera de conseguirlo es presionar a las empresas», añaden. 
Fuentes próximas a Repsol YPF reconocen que «todo este ruido se debe a ellos, no a nosotros». «La mejor salida que tiene el Gobierno es seguir manteniendo las buenas relaciones que hemos tenido siempre allí, hasta hace dos meses».

La tensión entre el Ejecutivo y la multinacional ha crecido hasta el punto de que la prensa ha llegado casi a dar por hecha la intervención. Ayer Clarín, principal diario del país y muy crítico con la Casa Rosada, titulaba en su portada: «En YPF temen que el Gobierno intervenga la empresa». «Sus ejecutivos están convencidos de que el mensaje presidencial de apertura de sesiones del Congreso, el jueves próximo, podría ser el marco para que Cristina Fernández anuncie algún tipo de intervención sobre la petrolera», asegura Clarín. 

En la última quincena el presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha viajado dos veces a Buenos Aires. En una reunión del directorio de YPF se quejó de las «críticas injustas y de las advertencias» oficiales. También acusó al Gobierno de proferir «amenazas de sanciones con dudoso fundamento legal». 
Desde el Gobierno le respondió el ministro de Planificación Federal e Infraestructura, Julio de Vido: «Lo único dudoso es el proceder de la gestión de Repsol en YPF. Nuestras advertencias por los incumplimientos están justificadas y tienen encuadre legal».

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