Envases tóxicos en la calle

«Si fuera una broma, sería una broma muy pesada». Así se refirió Antonio San Juan, responsable del dispositivo de emergencia que ayer por la mañana se desplegó en Sanchinarro, ante la posibilidad de que el hallazgo que revolucionó al barrio hubiera sido propiciado por alguien con ganas de juerga. Dos vecinos que tenían el coche aparcado en la calle Infanta Catalina Micaela habían alertado tres horas antes (sobre las 10.30 horas) de la existencia de un bote abandonado en plena calle con la etiqueta «Sustancia biológica infecciosa 6.2». 

En cuestión de minutos se activó el protocolo para supuestos de emergencias que puedan acarrear un riesgo radiológico, bacteriológico o químico. Traducido en dotaciones, las inmediaciones de la papelera bajo la que se encontraba el artefacto sospechoso se llenaron de múltiples furgonetas de la Policía Nacional, dos camiones de Bomberos y varias unidades del Samur-Protección Civil, informaron desde Emergencias Madrid. 

Tres miembros de los Tedax ataviados con equipos Nuclear Biológico Radiactivo Químico -NBRQ- (al estilo de las escafandras de los astronautas pero en color azul pitufo) examinaron el envase y pudieron comprobar que estaba perfectamente cerrado, por lo que se descartó la posibilidad de que se hubiera producido alguna fuga. Posteriormente, el objeto fue trasladado a un laboratorio para proceder al análisis de su contenido, que, en principio, no sería nocivo. 

Asimismo, todos estos trámites se efectuaron en colaboración con la empresa que supuestamente era la propietaria del bote. Aunque no figuraba el nombre de la misma, sí se pudo llegar conocer gracias a un código identificativo que figuraba en la parte inferior del recipiente. Esta firma no se encuentra en la zona, según las mismas fuentes. 
Los agentes procedieron en el recinto cerrado a abrir las bolsas que contenía el objeto. En principio se iban a realizar las pruebas para determinar si se trataba de antrax o de una sustancia estupefaciente. «En la zona hay menudeo, según los vecinos, por lo que no descartamos incluso que sea droga precintada», señalaron. Los agentes dijeron que en 24 horas se podría aclarar de qué sustancia se trataba. 

El hallazgo del bote en cuestión se había producido en torno a las 10.30 horas a la altura de los números 27 y 29 de la calle Infanta Catalina Micaela, en un lugar próximo a un colegio, en el corazón del nuevo barrio de Sanchinarro. 

El recipiente, que era de color gris y de forma similar a la de los envases del café soluble, estaba en la acera, al lado de una farola y bajo una papelera. 

Hasta el mediodía la zona se mantuvo acordonada y el perímetro de seguridad se amplió al menos en dos ocasiones. A los vecinos que se encontraban en esos momentos en sus viviendas se les indicó que permanecieran encerrados y que no se asomaran ni a las terrazas ni a las azoteas. A los que querían volver se les prohibía el acceso. Tampoco se pudo acceder a varios garajes cercanos. 

«Un agente me ha dicho que si quiero pasar que pase, pero que me arriesgo a salir volando por los aires», explicaba encogiendo los hombros una señora que había salido a pasear al perro y que se había quedado atrapada, con la comida por hacer, al otro lado del fortín de seguridad. De hecho, varios policías que accedieron a informar a los vecinos de lo que estaba pasando les advirtieron que se había producido «un aviso de bomba». 

Aunque no se registró ninguna escena de pánico tras la propagación de esta noticia por las inmediaciones, al menos hasta donde pudo observar este periódico, tampoco ningún viandante se preguntó por qué si se sospechaba que el paquete encontrado podría tratarse de un artefacto explosivo no habían desalojado los inmuebles. 
La calle de Infanta Catalina Micaela se encuentra muy próxima al emblemático edificio Mirador de Sanchinarro, en un área residencial con apenas una década de antigüedad. La acera de los números impares está jalonada de edificios de viviendas mientras que la de los impares, donde se localizó el bote, linda con un parque por el que se accede a la estación de Metro Ligero Antonio Saura. 

A escasos pasos del epicentro del suceso se encuentra también el colegio público Adolfo Suárez. Cuando terminaron las clases, en torno a la 13.30 horas, los niños se encontraron con la sorpresa de que para volver a sus casas tenían que rodear todo el recinto. 

«Afortunadamente no ha sido nada, se ha quedado sólo en un susto», explicó Miguel Seguí, jefe de guardia de los Bomberos desplazados hasta el lugar de la alerta. «Se ha localizado un bote con una sustancia tóxico infecciosa, pero el producto estaba cerrado, era estanco, por lo que no hay riesgo de contaminación», explicó una vez que se dio por finalizado el protocolo de actuación. 

A su vez, Antonio San Juan, confirmó que no había habido «ningún afectado» ni tampoco «posibilidad de fuga» del contenido del envase. No obstante, los Tedax encargados de retirarlo de la acera pasaron por el proceso de descontaminación previsto para estos casos de alerta. También fueron lavadas de cualquier sustancia tóxica las dos personas que encontraron el producto.

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