Investigar sin cobrar

Alba recuerda con precisión la fecha exacta en la que decidió colgar la bata: «El martes 8 de noviembre de 2011. Ya llevaba mucho tiempo dándole vueltas, decidiendo si merecía la pena tanto esfuerzo. Me aferraba a cualquier atisbo de esperanza, a la promesa de poder quedarme a hacer la tesis con un contrato (aunque fuera de técnico)...».

Pero dos años después de aterrizar en un laboratorio de Barcelona, con 10 kilos menos y varios meses de desmotivación («no me apetecía ir al laboratorio, escribía artículos que nadie revisaba ni mandaba publicar...»), ese martes de noviembre cerró ese capítulo de su vida. 

De su etapa como investigadora aún arrastra cierta debilidad física («perdí mucha masa muscular», confiesa tras meses de sufrimiento psicológico) y una importante deuda económica por el crédito ICO que solicitó para poder hacer un máster en Biología vegetal y asistir a clase sin tener que trabajar. La beca que pidió al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD) aún figura en la base de datos como «a estudio por el MECD», ironiza esta gallega. «Así que sí, he pagado y voy a pagar por querer investigar; aunque ya haya renunciado a ello», explica mientras acaba las prácticas de un curso de Técnico de Calidad en la Industria Alimentaria organizado por el Servicio Catalán de Empleo. 

Ahora que ha recuperado otra vez las ganas de levantarse por las mañanas («mis amigos han dejado de mirarme preocupados»), siente «frustración y rabia» cuando oye hablar de los recortes aplicados por el Gobierno a la investigación. «Se tiende a hacer creer a la sociedad que la educación o la investigación son gastos, pero son inversiones. Si formas a la población, ésta podrá tirar del país gracias a sus conocimientos.

Si inviertes en investigación, este dinero revertirá en patentes o en colaboraciones internacionales», clama. Pero su alegato no se detiene ahí: «Nuestros gobernantes se llenarán la boca hablando de la cantera investigadora, de grandes avances logrados por españoles, pero de lo que no hablan es del dinero que se ha gastado en formar a gente para que luego investigue fuera. A mí me da la sensación de que se han dado cuenta de que para ser camarero no hace falta tanto título».

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