El gol de la gloria

Las dudas acerca del rendimiento que podría ofrecer la defensa de España estaban más que justificadas antes del inicio del campeonato. Carles Puyol, durante años líder de la zaga, caía lesionado y marchaba a Ibiza a disfrutar de la Eurocopa por televisión. Sergio Ramos, futbolista que debía asumir el mando desde el centro de la retaguardia (después de ganarlo todo con la selección como carrilero diestro), formaría pareja con un Gerard Piqué al que nunca le unió una gran amistad. 

El debutante Jordi Alba, un chico que hacía escasos meses que comenzó a probarse como lateral izquierdo después de pasarse toda la vida jugando de mediapunta, debía asumir el puesto en el carril zurdo que en su día ocupara Capdevila. Mientras que Álvaro Arbeloa, eterno sospechoso al que siempre se le juzga por su escasa capacidad ofensiva pese a que siempre le sobró con ser un buen defensa, debía encargarse del otro lateral. Un puzzle en el que las piezas, al final, han sabido encajarse sin fisuras. 

«Estamos jugando bastante mejor en defensa de lo que quizá hubiera invitado a pensar las particulares características de los jugadores», susurraba Vicente del Bosque minutos después de vencer a Portugal en la tanda de penaltis y tras acumular otro partido sin haber encajado un gol en el tiempo reglamentario. 

«Hay dos partes en el fútbol, la defensiva y la ofensiva, y estamos muy acertados en la primera, con unos números extraordinarios. Pero para conseguirlo, todo el equipo es partícipe», insistió Del Bosque. 
España, después de los cinco primeros partidos, sólo cuenta con un tanto en contra, el marcado por el italiano Di Natale en el primer partido de la Eurocopa. Desde entonces, nadie ha sido capaz de meterle mano a un cerrojo cada vez más inaccesible y al que también ha contribuido de forma decisiva ese doble pivote formado por Sergio Busquets y Xabi Alonso, ambos siempre pendientes de cubrir cualquier avance de los centrales. 
La cifra permite ya hablar de la mejor defensa, en cuanto a números, de la historia de España en sus 10 participaciones en el torneo. En la última Eurocopa de Austria y Suiza, en la que resultó campeona, encajó tres goles en la primera fase, por ninguno en las rondas clasificatorias. 

No sólo eso. Desde la Eurocopa de Bélgica en 1972 (entonces sólo participaban cuatro selecciones), ninguna selección había conseguido llegar a la final después de haber recibido un único gol. El honor recayó entonces en la República Federal de Alemania, pero con sólo dos partidos jugados. 

Sólo habría que echarle un vistazo a lo sucedido en el partido jugado la noche del miércoles en el Donbass Arena de Donetsk. La Portugal de Cristiano Ronaldo, que acumulaba una media de siete disparos entre los tres palos durante todo el torneo, no fue capaz de probar una sola vez la fiabilidad de Casillas. «La solidaridad y las constantes ayudas defensivas están siendo clave», admite Gerard Piqué, que forma junto a Sergio Ramos la mejor pareja de centrales de la presente Eurocopa. 
Según los datos estadísticos aportados por la UEFA en el que se mide la influencia de los jugadores a partir de su rendimiento, cuatro de los cinco mejores futbolistas del partido contra Portugal fueron españoles. Concretamente, la defensa en pleno, y por este orden: Arbeloa (9,39), Alba (9,33), Piqué (9,28) y Ramos (9,27). Por delante de ellos sólo quedó el portero luso, Rui Patricio (9,40), cuyas intervenciones en el último tramo permitieron a los lusos alcanzar la tanda de penaltis. 

Si algo ha demostrado España en los últimos tiempos es su cambio de mentalidad ante las situaciones más peliagudas. Un instinto de supervivencia que aparece precisamente en los momentos capitales y que explica que La Roja haya cumplido seis años y nueve partidos sin encajar un solo gol en un partido de eliminatoria directa, de Eurocopa o de Mundial. Así, desde la derrota contra Francia (3-1) en los octavos de final del Mundial de Alemania de 2006, España, defendida por un bastión tan fiable como Casillas, ha logrado mantener virgen su portería.

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