La justicia y sus condenas

Pero no acaba aquí toda la historia, porque queda una muerte impune: la de Alejandro Muñoz Rojas Marcos, de cuyo homicidio el jurado absolvió a Monge. Su hábil abogada convenció al jurado de que realmente no había pruebas de que aquella fría noche los únicos disparos salieran del arma de su cliente. 

Las balas quedaron tan deformadas tras atravesar el cuerpo del Rojas Marcos que no se puede dirimir si las disparó la Glock nueve milímetros que portaba el acusado, con la que sí se ha probado que mató al portero de la discoteca Heaven e hirió a otros dos. 

Es de suponer la decepción para la familia de Rojas Marcos, ya que no hay una investigación alternativa sobre quién pudo matar al joven relaciones públicas, que ni siquiera formó parte de la pelea original y perdió la vida en la refriega. 

Mientras, Carlos Monge ha conseguido que la condena de la Audiencia se quede en 30 años menos de los que pedía originalmente la Fiscalía, que no es poco.

Los jueces le han sentenciado a nueve años por la muerte de Catalin Stefan; a ocho y a cuatro, respectivamente, por los homicidios intentados de Roger López y Aurelian Gabriel, a los que hirió mientras le perseguían en la reyerta; y a dos años y tres meses por la tenencia ilícita de la pistola Glock. La abogada de Monge siempre mantuvo que el arma era del portero fallecido, al que se le cayó, y aseveró que su cliente la cogió y se defendió. Pero ya se considera un hecho probado que Monge entró en la sala Heaven armado. 

En la sentencia concurren tres circunstancia modificativas de la responsabilidad criminal: la atenuante por eximente incompleta de legítima defensa, la agravante de estado de necesidad y la atenuante de dilaciones indebidas. En total, Monge ha sido condenado a 23 años en lugar de a 52. 

Esa noche fue una de las dos que cambiaron la noche madrileña en los últimos años: la otra fue la muerte del joven Álvaro Ussía a manos de un portero de discoteca. Por este último caso, se pasó a regular la profesión de portero, que antaño atrajo a muchos delincuentes. Por la muerte de Catalin y Rojas Marcos, la Policía inició una investigación que ha durado más de dos años, y que concluyó en la llamada operación Edén. En esa operación se ha detenido a decenas de personas sospechosas de traficar con drogas, dar palizas por encargo, blanquear capitales y otros delitos en los que la noche madrileña siempre era el escenario.

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