Diferentes formas de hacerse un té

El Vaticano ha dicho, en esa conferencia sobre el sida que ha tenido el tupé de organizar y que se clausura hoy, que es «banal e inútil» el empleo del condón en la lucha contra el virus. En cuanto lo leyó, a mi amiga la Susi se le puso una traca en el moño y me dijo: nena, en un santiamén nos encajamos a la sixtina, que tenemos que hacerles un test a los cardenales, a ver qué saben ellos de condones. 

Le tengo advertido a la Susi que no me llame nena, porque se supone que en lo nuestro yo soy el hombre, pero cuando la Susi se pone en misión de servicio no está para trivialidades. Dice la Susi, sintiéndose reportera audaz, que es imprescindible comprobar el conocimiento científico, profundo y contrastado que tiene el Vaticano en materia de preservativos. La Susi; desde luego, no piensa consentir que desacrediten el condón.

Y me dice desafiante: tú tampoco, ¿verdad? Francamente, yo tampoco. En el cuerpo a cuerpo que nos traemos la Susi y yo, el condón es nuestro juguete predilecto, nuestra inspiración, nuestro atrevimien to, nuestro prosegur, nuestra libertad. Nuestra Libertad Lamarque, me dice la Susi con muy cariñoso resentimiento, porque hay que ver las decepciones que se lleva. 

Y eso que la Susi y yo tenemos que reconocer que, en ciertos casos, el Vaticano lleva razón. En tu caso, sin ir más lejos, me dice ella: con tu blanca pequeñez, la camisiña del amor me baila en el garaje la lambada y se puede extraviar por cualquier parte. Una vez el tocólogo le dijo a la Susi que tenía un condón montado en el páncreas, y desde ese día la Susi se cree que el páncreas, por lo menos el suyo, no es una glándula sino un descapotable.

Y en los casos opuestos, el Vaticano también puede llegar a estar en lo cierto, se ponga la Susi como se ponga, que en eso es imprevisible. En casos de mucha abundancia, los condones por lo visto son una tortura. Cuando se lo digo, la Susi suspira y reconoce que sí: cuando la naturaleza se excede, bendita sea, cuando la inflación alcanza los niveles de la española, la goma estrangula, deja señales, estalla. Es una lata que no hagan condones esmol, midium y larch -incluso extra-larch, que a la Susi alguno le cae de vez en cuando, aunque parece que a un yanki ya se le ha ocurrido hacerlos por tallas. 

El Vaticano, que hasta hace nada tenía acciones en un laboratorio suizo de anticonceptivos, por lo que se ve no quiso darle ideas a la competencia, pero entonces que no se queje ahora de lo que se queja. ¡Inútil y banal dicen los cardenales que es el uso del preservativo! Claro que a saber para qué lo usan sus eminencias. Los cardenales, con lo fantasiosos que son, dice mi Susi, igual usan el condón para hacerse un té.

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