El mejor cine marroquí

Los que esperen, a raíz de esta descarnada fellatio, un porno ambientado en la prostitución masculina, o un fresco sociológico sobre el patetismo de esos chavales con vaquero ajustado que sobreviven en las frías esquinas y en los sombríos callejones de las grandes ciudades, van a llevarse una desilusión.

Van Sant es un «artista», un admirador de Jean Genet y de Shakespeare, un poeta empeñado en describir el tormento y la belleza que acumulan estos seres vulnerables que exprimen la vida y almacenan traumas de infancia. Van Sant describe una comuna marginal, regentada por un hombre viejo, gordo, entrañable y juguetón que vuelca su protección con el hijo airado de un capitalista y con un epiléptico obsesionado con la madre que le abandonó y con hermano mayor, que también es su padre, debido a esos milagros de los Edipos consumados. 

Abundan los gritos y las lágrimas, el desgarro y la declamación, la histeria y la poesía de las flores del mal, las nubes en movimiento y las casas que se derrumban (estas monerías ópticas se las ha chorizado al Coppola de La ley de la calle), el compromiso del director hacia sus perros perdidos y el intimismo nocturno al amor de una hoguera campestre o de una farola urbana. Reconociendo la innegable personalidad de un «autor» y alguna secuencia con intensidad de primera clase, no puedo evitar que me chirríe y que me resulte forzado y pretencioso casi todo lo que narra Van Santa Incluidos los juveniles y muy pasados River Phoenix y Keanu Reeves. Incluidos los inmortales lamentos de Shakespeare en Enrique IV. Incluida la militancia intelectual de este director que se sabe distinto de su gremio.

Fieles a su vocación universalista y a descubrirnos a los aburguesados europeos los tesoros ocultos que albergan las cinematografías del tercer mundo, los programadores nos han deleitado con una muestra representativa del mejor cine marroquí. La playa de los niños perdidos critica el machismo, la falsa moral, la intolerancia y los prejuicios del mundo árabe, a través de la historia de una mujer soltera y embarazada (a su ingrato y golfo seductor le ha partido la cabeza y le ha enterrado en un yacimiento de sal) que desafía a su familia y a su entorno al no ocultar a su hijo. La idea es bonita pero el desarrollo resulta plúmbeo.

Entre cabezada y cabezada, deseas que esta honesta y valiente señora se largue con su hijo del pueblo. Pero que lo haga cuanto antes. No hay forma. Dura dos horas.

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