Los empleados del Museo de Cera de Madrid se quedaron como sus figuras

Primero, se quedaron paralizados, como las figuras de cera que custodian a diario. 

La confirmación por WhatsApp trajo luego los abrazos y las lágrimas al Museo de Cera de Madrid. 

"Nunca había creído en la lotería", explicaba David, administrativo del museo y al que encargaron ir a comprar los "160 décimos" de la empresa que resultaron ser El Gordo (13.437) y que repartieron 64 millones entre los 32 trabajadores. "Sólo se quedaron sin premio las figuras de cera".

David compró los décimos en la administración número 79 de Madrid, en la cercana calle de Zurbano, cuyas ventanillas ayer no envidiaban nada a las del anuncio de la tele tras repartir 118 de las 160 series de El Gordo de Navidad: un total de 472 millones de euros. 

"Cogí los 3.000 euros, los metí en una mochila y me fui a comprarlos. Pedí uno que acabara en 7 porque es el cumpleaños de mi novia, Jenny. Tenía cachondeo con ella, le dije que todos tenían ese número por ella", recordaba ayer David, el más buscado entre las figuras de cera de celebridades por las cámaras de televisión.

"Los únicos que se han quedado sin décimo han sido los figurines de cera", añadía el portavoz del Museo, Gonzalo Presa. "Yo tampoco era mucho de Lotería, la comprábamos por ser Navidad, por compartir. Y mira, esta vez tocó. Ha sido una locura. La palabra Gordo hoy suena a gloria bendita", explicaba con la sonrisa en la boca.

"Yo me quitaré la hipoteca, el dinero va a ser un colchón importante", reconocía David, el chico de la suerte, que curiosamente siempre pensó que la Lotería era una "estafa". "Es que tienes un 0,001% de posibilidades de que te toque... y luego, si te toca, lo que te quita Montoro", se justificaba. Ayer los niños de San Ildefonso le quitaron la razón al joven, que por decisión consensuada ya comprará el décimo de empresa todos los años.

A "algo increíble" le recordó el sorteo a Pablo, de 30 años, ingeniero de obras que llevaba varios años en el museo de taquillero porque "no hay trabajo de lo mío". "Mi hermano y yo teníamos un décimo cada uno; esto es algo exagerado", decía mientras cortaba tickets en la entrada. 

"Pues mira, yo estaba viviendo de alquiler, y ahora me voy a comprar una casa y un coche", añadía David, que también lleva varios años trabajando en un museo que ayer, pese al alegrón, no cerró sus puertas.

"Hoy hay que seguir trabajando", afirmaba el portavoz del Museo, mientras no dejaba de entrar público al equipamiento, que funciona "bien", pero que ha hecho un "gran esfuerzo" para que, pese a la crisis, nadie se quedara sin trabajo.

Gracias a la Lotería, quien mantendrá su trabajo será Arturo Aguirre, dueño de una tienda de reprografía en la calle de Zurbano. Ayer se levantó a primera hora, le dio un beso a la fotografía de su padre, Juan, fallecido hace pocos años, le pidió que a ver si le arrimaba un pelín de suerte y se puso por primera vez en su vida "a ver entero el sorteo; nunca lo había hecho". 

"Es que estaba al borde del precipicio. O me tocaba la Lotería o tenía que cerrar" el negocio de reprografía que levantó su padre hace casi medio siglo en esta céntrica calle, ayer hervidero de abrazos y lágrimas. "Imagínate quedarte sin trabajo. Tengo 47 años, es el momento en que hay que trabajar".

Para él era un sorteo de gloria o cierre. La renta antigua que pagaba por la Ley Boyer y que acaba a final de año "iba a triplicar el precio del alquiler", y habría hecho que tuviera que cerrar. Cuando Ismael Rastrelli cantó el 13.437, llamó a su mujer y comenzaron "los dos a llorar".

No tardó mucho más en tirar de oficio e imprimir el número de su salvación para llevarlo a la cercana administración, donde su amigo, Lino Cuervo, uno de los cuatro dueños, le había regalado el décimo agraciado.

"Ha sido mejor que en el anuncio de la Lotería. Yo llevaba otros números, pero el que ha tocado ha sido ese", aseguraba Arturo tras abrazar a Lino, ayer el hombre más buscado. Los cuatro dueños de la administración habían regalado el número de El Gordo a familiares y amigos. Era como el número de la casa.

"Estoy muy contento por mí y por los amigos", decía Lino, que aseguraba que no habían devuelto ningún número de El Gordo. "Mi suegra, que murió hace cuatro años, era la dueña de la administración y estaba abonada a ese número", recordaba Lino, que aprovechó una pausa de su conversación con los periodistas para tomarse una cerveza.

Entre los agraciados estaban 40 trabajadores del restaurante El Mentidero de la Villa, situado justo enfrente de la administración, que compraron 15 décimos y lo repartieron entre ellos, de manera que ninguno se quedó ayer sin premio. "Estaba yendo a Colón a encargar los Reyes de mis hijos y nos han comenzado a llamar para decírnoslo, ha sido un alegrón", aseguraba Lara, una de las propietarias, mientras descorchaba champán a la entrada del restaurante.

La cocina, donde trabajan muchos ciudadanos sudamericanos, se convirtió de repente en una discoteca improvisada. "Es una alegría de la leche, pero hay que seguir trabajando; hoy tenemos 80 comidas", explicaba Pedro, el aparcacoches, al que con las prisas de la celebración se le olvidó meter el vehículo de su dueña en el parking y lo dejó en doble fila.

La de la calle de Zurbano no fue la única administración madrileña que vendió El Gordo. También lo hicieron las administraciones número 15 –un kiosco situado frente al número 56 de la Gran Vía, que vendió dos billetes– y la número 336, en la calle General Millán Astray 19.

El Bosque (Cádiz), un municipio de apenas 2.000 habitantes en el que "todo el mundo se conoce", fue el otro gran agraciado de El Gordo al repartir 80 millones en décimos y participaciones, distribuidas desde el restaurante El Duque.

Su alcaldesa, Inmaculada Gil, destacó ayer la "enorme" inyección económica que supondrá para el municipio este premio, que fue celebrado en la calle por sus vecinos.

El resto de millones se repartieron entre las localidades de Mazarrón (Murcia), Eliana (Valencia), Albacete, Coria (Cáceres), La Coruña, Carballo (La Coruña), Logroño, San Bartolomé (Las Palmas), Boñar (León), Lugo y Murcia.

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