Los testículos más de moda que nunca

Además de los dinosaurios y las enfermedades del pulmón, también están de moda los huevos, esto es, los testículos, esos simpáticos aditamentos masculinos que cada vez sirven menos para su función, que es la de fabricar esperma, pero que, en cambio, se ha revelado como mano de santo para vender películas y periódicos.

Hay que aclarar, no obstante, que lo que la enciclopedia ésa llama testículos son, en realidad, las bolsas escrotales, que como todo el mundo sabe, menos la agencia de publicidad que ha compuesto esos elegantes anuncios, contienen, además de los testículos propiamente dichos, numerosos vasos sanguíneos, bastantes tubos seminíferos, un conducto deferente y el epidídimo, que es, como si dijéramos, el almacén o camerino donde los espermatoziodes aguardan su momento estelar. 


Pero si el anuncio de una enciclopedia en fascículos que, encima, se regala con la adquisición de un periódico, confunde el testículo con el escroto, y éste, a su vez, con la bragueta o el paquete de los transeúntes, se pueden imaginar ustedes la idea que del asunto puede tener Huevos de oro, esa película tan publicitada últimamente que, pues ha surgido del estro creador de Bigas Luna, tiene toda la pinta de ser muy desagradable. 

El afiche, de entrada, ya lo es: el actor Javier Bardem tocándose, literalmente, los huevos de oro, como Michael Jackson, que es el que puso de moda esa estética jurásica inspirada en las criadillas. Se han puesto de moda, pues, los testículos, y los ovarios no, porque, pese a ser el equivalente femenino en la esfera de lo reproductor, no se prestan mucho a la cosa espectacular, de modo que se ha optado por lo clásico, por lo seguro, o sea, por las tetas, aunque el anuncio enciclopédico tampoco las llama, lógicamente, así.

Con todo, la testiculitis rampante, que rezuma tanto machismo como ignorancia, no limita su radio de acción a la publicidad, y ahí tenemos a la afición merengue demandando a su equipo, implorándole casi, un poco de testiculina, como si los goles se metieran con el bajo vientre. Los huevos. Lo que nos faltaba. 

Aunque hay cosas que, siquiera en sentido figurado, los hinchan. Como, sin ir más lejos, el forofismo de los locutores que retransmiten los partidos de fútbol en las autonómicas, y que añaden un plus indeseado de pasión y de subjetividad al espectáculo deportivo. ¿Qué habrán pensado los casi 400.000 gallegos que viven en la comunidad madrileña de la retransmisión que hizo TM3 del encuentro Deportivo de La Coruña-Real Madrid?

En fin, que los testículos, ahora que ya casi no sirven para nada, que como fabricantes de algo sufren también muchísimo los efectos de la crisis industrial, se han puesto de moda. A falta de algo mejor, se dedican a la publicidad.

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