La competencia desleal china

Atribulados chinos han pedido el amparo de su embajada ante los hechos vandálicos acaecidos en Elche la pasada semana contra estos empresarios y sus propiedades. Siete días más tarde volvían las manifestaciones, aunque en medio del despliegue policial no se haya repetido la barbarie.

Todos han condenado, solo podía ser así, porque la violencia no es justificable y además, las importadoras chinas eran perfectamente legales.

El polvorín de la convivencia multirracial ha estallado por donde menos se pensaba. Precisamente los chinos, son la etnia que despierta menos sentimientos racistas, según todos los estudios sociológicos.

Bien mirado, en los incidentes de Elche, ni siquiera habría un atisbo racista en el origen. Estalló bestialmente la indignación de un colectivo de empresarios y trabajadores del calzado, no contra una raza, sino contra una competencia que consideran desleal, aunque probablemente ni lo sea.

Mientras el sector del calzado español atraviesa por momentos difíciles, las importaciones de calzado chino se han multiplicado por mil en menos de una década, y a unos precios que en el mismísimo pie del cliente, son más baratos que lo que cuesta producirlos en España.


Detrás de ello, como en la mayoría de los productos orientales, existe una trama de explotación -niños y adultos trabajando en condiciones infrahumanas, jornadas brutales y salarios del miedoque, no nos llamemos a andana, les hemos enseñado los occidentales, nosotros los del primer mundo, mientras nos aprovechábamos de ello.

Multinaciones y menos multinacionales se vienen lucrando de la manufactura con salarios tercermundistas, bonito truco criminal que hemos enseñado a los nativos. Ahora nos devuelven el viaje.¡Vaya por dios!

Frente a esa situación tan real como grave y preocupante nos quedan dos alternativas: ponernos a trabajar como chinos olvidando dos siglos de conquistas sociales, (impensable, intolerable, inhumano), o invertir en tecnología para el abaratar costes y el aumentar la calidad, un terreno en el que hoy por, el privilegiado primer mundo al que pertenecemos, no habría de tener competencia.

Recetas de este tipo han sido barajadas por Zapatero en Alicante, muy en sintonía con las que desde la Generalitat había apuntado Justo Nieto.

O emprendemos ese camino con rapidez, o se nos come el peligro amarillo. A elegir.

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