Escudo antiabucheos para Zapatero

Los abucheos sólo se generalizaron una vez concluido el desfile, y su objetivo fueron los coches oficiales que transportaban a las autoridades a la recepción en el Palacio Real, con la esperanza de que detrás de los cristales tintados se escondiera algún ministro o el propio presidente del Gobierno.

Fue el punto y final a una parada militar que sufrió otros cambios, éstos obligados por la reciente operación en el tendón de Aquiles a la que se ha sometido el Rey Juan Carlos, que le impide caminar con normalidad y permanecer de pie tiempos prolongados.

Hubo dos imágenes muy llamativas en este sentido ayer en Neptuno. Una, la de Don Juan Carlos pasando revista a las tropas a bordo de un vehículo militar, mientras le seguía a pie el resto de la Familia Real -que acudió al completo-, el presidente del Gobierno, la ministra de Defensa, la presidenta de la Comunidad de Madrid y el alcalde de la capital, entre otros.

La segunda imagen novedosa fue la de las sillas que se instalaron en la tribuna de autoridades. Realmente, sólo el Rey la necesitaba, pero se decidió que no podía permanecer sentado él solo y se colocaron sillas para todos.

El Rey sí saludó, caminando con ayuda de un bastón, a los presidentes autonómicos, al Gobierno y a los representantes del Ministerio de Defensa, y se levantó en los momentos solemnes del desfile.

En uno de ellos, el homenaje a los caídos, no se acercó con el jefe del Ejecutivo a colocar la corona en honor a los miembros de las Fuerzas Armadas fallecidos en acto de servicio, sino que contempló el acto en pie desde la tribuna.

Tampoco participaron en él familiares de militares fallecidos en el último año, como se había hecho en las últimas ediciones del Día de la Fiesta Nacional. Según explicaron fuentes del Ministerio de Defensa, se ha decidido recientemente que las familias participen en un homenaje a los caídos al año, y se ha elegido el que se realiza en el Día de las Fuerzas Armadas, a finales de mayo.

En el plano político, además de la imagen de Rajoy y Rubalcaba departiendo, llamaba mucho la atención contemplar a los presidentes autonómicos y comprobar la ausencia de representación socialista. Fruto de las elecciones autonómicas del pasado mayo, los populares dominaban por mayoría absoluta -muchos, como Cospedal, Fabra, Rudi o Monago, se estrenaban en un 12 de Octubre como líderes regionales-, mientras que la ausencia de los dos únicos presidentes socialistas, el vasco Patxi López, y el andaluz, José Antonio Griñán, dejaba a su partido de vacío. Sólo Álvarez-Cascos (Foro Asturias) y Yolanda Barcina (UPN) rompían el monopolio del PP.

En las filas del Gobierno hubo asistencia mayoritaria -a pesar de una llamativa silla vacía en la tribuna de oradores que delataba una ausencia de última hora-, aunque faltaron cinco ministros: José Blanco -que alegó motivos familiares-, Ramón Jáuregui, Leire Pajín, Valeriano Gómez y Rosa Aguilar.

El paquete final fue un desfile de la Fiesta Nacional atípico en su planteamiento y en su desarrollo, con nuevo recorrido y medios modestos, pero que para la mayoría del público dejó los mismos momentos de siempre, cabra de la Legión incluida. Y para Defensa, recuérdese, satisfacción por el éxito del escudo antiabucheos.

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