Los famosos y ricos también lo pasan mal

Es equivocación grave pensar que los ricos y famosos, los que gustan de trepar al el papelín couché de las ilustradas, viajan felices en ese Tranvía llamado Deseo de sus vidas acomodadas. Nada más lejos, por lo que se verá, de la realidad.

Como en aquella vieja película, en donde sudaba la camiseta Marlon Brando, detrás de ese Tranvía siempre hay una mujeruca de negro, la Señora, que asalmodia su aviso para ociosos: «Flores para los muertos».

Flores, sí, para los muertos, las que llevaron algunos famosos el pasado Día de Difuntos, y que ahora recogen las revistas. Flores de Concha Márquez, en Semana, Lecturas y Hola, para Conchitín; flores de Arantxa Martínez-Bordiú para su abuela y su sobrino Fran; flores de Mirta Miller para Alfonso de Borbón; flores y misa de los actuales duques de Alba en recuerdo del primer marido de Cayetana. Flores, sí, que es un día, aunque la vida, después, siga su curso (que Mirta Miller, lo cuenta Semana, se fue a una fiesta, por la noche, con su actual amor, Manuel Dégano, empresario, 27 años).

Un curso no siempre agradable, contra lo que pudiera pensarse. 

Y es que, ya lo pone Diez Minutos en portada, «los ricos también sufren». Sufren y lloran y lo pasan mal. Ahí está Rocío Jurado, siempre llegando de América, y además separándose: «Lo estoy pasando muy mal -dice en Semana- y es absurdo que alguien pueda pensar que es una broma o un montaje». Y no es la única. Las revistas del sector vienen llenas de lamentos.

Tema obligado de portada: la meningo-encefalitis de Clara, la hija de Elena Boyra y José Federico de Carvajal, que estos días cumple un mes. Todas coinciden en el titular: «Los días más amargos» (Semana), «Las horas más amargas» (Lecturas), «Días de angustia» (Hola).

El sufrimiento de esta pareja, pieza fija durante meses en el tenderete de los chismes y diretes, no es comparable al de Analía Gadé, que lleva un collarín en Semana, y afortunadamente tampoco al estado de Massiel, que a punto ha estado de quedarse inválida, según informa por extenso Hola, al caerse de un caballo. 

Ni tampoco es insuperable la ruina de ciertos aristócratas, a quienes dedica, con detalle, Panorama su reportaje de cabecera. Parece, de todos modos, como si la naturaleza tendiera a equilibrar algo las penas: también los ricos lloran, que decía aquel culebrón mexicano. Pero hay desgracias y desgracias, y algunas de impredecibles consecuencias.

No hay más que ver la nube de observadores, políticos y económicos, que velan la Torre Picasso. ¿Se resquebraja el imperio de los Albertos? ¿Qué consecuencias, políticas y económicas, va a traer la doble ruptura? Al margen, Marta Chávarri está feliz. Más segura que nunca, según Hola, afirma que lo de Alberto Cortina va viento en popa. Desde Tiempo su tío, Raphael, le envía un abrazo: «Es normal que los hombres vayan como moscas detrás de ella.

Si no fuera mi sobrina, yo también iría...». La Chávarri anda siempre entre carretes. Incluso alguno se extravía para pasmo de los implicados. La semana pasada en Tiempo un colaborador de EFE aseguraba que el famoso carrete comprometedor había desaparecido del cajón del director de información de la agencia, que había hecho la mili con Alcocer, el primo. 

Pues bien, en esta semana, el director aludido, Miguel Angel Aguilar, asegura que de su cajón no se pierde nada y explica: que el 13 de diciembre último se supo que había tres rollos comprometedores, que éstos pasaron el 14-D, como todos los españoles, en casa -en la del colaborador-, que al otro día al revelar no había nada que implicara a la pareja. Aguilar, siempre periodista, confiesa haber hecho la mili también con Juan Abelló.

Otra baza, además en la crisis: el retratorobot de Margarita Hernández, la joven acompañante de Alcocer: ojos azules, pelo rubio, piel blanca, boca sensual, y todas las demás circunstancias -regalos, uso del coche de la empresa, nocturnidad, etcétera- están poniendo a las hermanas Koplowitz contra la pared. Si hay divorcio, si se reparten propiedades, si se desmenuza el imperio -no sólo su portaestandarte, la Torre Picasso-, en este país hasta Miguel Boyer lo va a sentir.

Ya circulan sus méritos entre los cazatalentos y todo porque, según Tribuna, que larga por extenso, a las hermanas K. no les gusta el sueldo de Boyer: 120 millones (tampoco el contrato: cinco años de indemnización). También Cela anda con líos. 

Mientras Marina Castaño, la actual, confiesa su felicidad en Lecturas y en Hola (Santiago López Castillo trocea en ambas el encuentro; en una Marina no tiene tiempo ni para lavarse el pelo, en la otra, aparece con el pelo lavado...), en Tribuna se cuentan las zozobras del Nobel, que su mujer legítima, no sólo quiere ir a Estocolmo (van a ir las dos, aseguran, aunque Cela le ha dicho a la de siempre que no se le ocurra asomar por allá), sino que le ha cortado, legalmente, el suministro económico, y Cela debe multiplicarse: prensa, televisión, publicidad, conferencias.

Si lo de Cela es carpetovetónico, no menos lo es el invento del diputado socialista extremeño, que se entretiene -mientras que los demás apuran el cáliz de la pérdida del escaño- con «La pirámide del amor», una suerte de «juego de prendas», de ruleta rusa y erótica, que va a hacer furor. Además de saberse las instrucciones, se necesita imaginación. Vaya por Dios, también imaginación.

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