Por siempre Frank Capra

Cuando George Bailey, el protagonista de iQue bello es vivir!, agobiado por las deudas estaba a punto de quitarse la vida sus paisanos de Bedford Falls elevaban plegarias al cielo para que no lo hiciera. El Paraíso, conmovido ante tanta súplica enviaba a un angel de segunda clase y sin alas para que mostrara al aprendiz de suicida lo triste que hubiera sido Bedford Falls si él no hubiera existido. George Bailey, de pura vitalidad, acababa besando el pomo de la barandilla de su casa que siempre estuvo rota.

Esta gran película, cuando yo era un niño y sólo había dos cadenas de televisión, formaba parte de la programación navideña habitual de una de ellas. Pero hasta que la vi en verano por primera vez y en unas circunstancias similares a las del protagonista no llegué a comprender su verdadera hermosura. Desde entonces puedo decir que si Frank Capra no hubiera existido yo no hubiera aprendido a ser pobre. 

El cineasta del New Deal, además de embellecer la política del segundo Roosevelt, (el hombre que hizo de un país económicamente destrozado la nación más poderosa del mundo), con títulos como Vive como quieras, Caballero sin espada y Juan Nadie, fue un experto conocedor de la esperanza, algo mucho más admirable que cualquier clase de política. Catorce años después de que muriera el trigésimosegundo presidente de los Estados Unidos, la abuelita Capra, como llamaban al maestro en los cineclubs donde privaba la ideología, rodaba Millonario en ilusiones, una película en la que Frank Sinatra cantaba una canción con un niño cuyo estribillo repetía: «ahí va otro problema que hace paf». High Hopes llevaba por título y hablaba de las hormigas moviendo granos de arena más grandes que ellas mismas. 

Tendría gracia volver a discutir sobre Frank Capra en esos mismos términos de viejo cine forum ahora que acabarán prohibiendo El acorazado Potemkin en Rusia. Alabando a John Ford escribía el gran Truffaut en Las películas de mi vida: «Y puesto que John Ford creía en Dios: God Bless John Ford». Permítanme a mí que diga, salvando las distancias, puesto que Frank Capra creía en Dios, God Bless Frank Capra.

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