La cuna de la secesión

Los estadounidenses no suelen ser maestros en el arte de la ironía. Pero el periodista local clavó la situación en el restaurante en el que el ex senador Rick Santorum iba a dar un mitin ayer por la mañana: «No creo que pueda entrar. Sólo tengo dos hijos». 

La afirmación hacía referencia a las aproximadamente 100 personas congregadas en un pequeño restaurante cerca de Columbia, la capital de Carolina del Sur, para ver a Santorum, que compite junto con Newt Gingrich por ser el candidato de la derecha republicana. Por un lado, jubilados; por otro, familias numerosas. 

Al fondo del restaurante, los Duggars animaban la espera de Santorum tocando música country con guitarras y violines. Los Duggars son una familia venerada en la comunidad conservadora de Estados Unidos por su reality show 19 niños, por ahora. La serie empezó a emitirse en 2008 con el nombre 17 niños por ahora, pero ha tenido que cambiar de título a medida que la matriarca de la familia, Michelle, desafía las leyes de la Biología y a sus 45 años continúa dando a luz criaturas de forma ininterrumpida. 

Ahora bien, ¿qué hacían un viernes de enero a las 11.00 horas los niños -tanto los Duggars como los del público- en un mitin con sus padres en vez de en clase? La respuesta era simple: sus profesores les habían dado permiso. Porque sus profesores eran sus padres. 

«Los educamos en casa», explicaba sonriente Anne, de 37 años, rubia, con un chándal y cinco chavales tras ella. El home schooling (educación en casa) es muy popular entre los conservadores de EEUU. Los maestros son los padres -o amigos que comparten su misma filosofía de vida- y los niños sólo van a la escuela para los exámenes. 

De ese modo, no son expuestos a influencias que los padres consideran perniciosas, desde compañeros de clase con diferentes creencias políticas o religiosas hasta la Teoría de la Evolución de Darwin. Alrededor de 1,5 millones de niños en EEUU se educan en casa, una práctica que también existe en Australia, Canadá y Nueva Zelanda. 

Columbia está en el interior de Carolina del Sur, un territorio pobre, rural y protestante evangélico que es lo más profundo del sur profundo de EEUU. Éste es el estado que provocó la Guerra de Secesión cuando el 20 de diciembre de 1860, el mismo día en que el republicano Abraham Lincoln juraba la Presidencia, proclamó su independencia. Lincoln trató de evitar el conflicto durante meses, hasta que en mayo de 1861 las milicias de Carolina del Sur bombardearon la base del ejército de EEUU de Fuerte Sumter. 

Ahora, 150 años después del inicio de la guerra, el 28% de la población de Carolina del Sur es de raza negra. Pero en los mítines republicanos del Norte de Carolina del Sur no hay ni un solo afroamericano. ¿Por qué? 

«No voy a entrar en detalles, porque entonces me vais a insultar. Sois periodistas y no podéis decir la verdad. Pero la comunidad negra está secuestrada por sus líderes, los Al Sharpton, los Jesse Jackson… y también por Obama, que les han convencido de que tienen derecho a todo. Incluso aunque les diéramos el país entero, pedirían más», afirmaba Norman, piloto de un avión de transporte militar C-47 en Vietnam, mientras soportaba estoicamente con su paraguas la lluvia en un mitin de Mitt Romney en Harmon Tree, a media hora en coche del restaurante en el que había estado Santorum. 
Con semejantes condicionantes, no es de extrañar que George W. Bush ganara las primarias de Carolina del Sur a John McCain por el simple expediente de hacer que su equipo llamara a los potenciales votantes y les preguntara «si seguirían votando por el senador McCain si éste tuviera un hijo ilegítimo con una negra». 

O que éste fuera el territorio de Strom Thurmond, senador entre 1954 y 2003, que en 1956 se presentó a la Presidencia y ganó en este estado a demócratas y republicanos con un programa que contemplaba legalizar los linchamientos, castrar a los discapacitados psíquicos y, por supuesto, mantener la discriminación racial. Thurmond, en la mejor tradición del Sur, tuvo también una hija ilegítima con una de sus criadas negras y sólo dejó la política a los 100 años. En un homenaje en su honor, el entonces presidente del Senado, Trent Lott, aseguró que «este país se habría ahorrado muchos problemas si hubiera elegido presidente a Strom». 

A Norman no le gusta el mormón Mitt Romney. Claramente, él está más cerca de Rick Santorum o de Newt Gingrich, que parece el favorito de estas primarias. Pero él es un firme partidario del voto útil. «Romney es el único que puede echar a Obama y librarnos del comunismo», afirmaba. Interrogado acerca de en qué áreas de su vida había notado una reducción de sus libertades desde que hacía exactamente tres años, el 20 de diciembre del año 2009, Obama juró el cargo, Norman replicaba: «¡En ninguna! Pero lo estoy viendo venir».

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