Variedades de infusiones

Darwin decía que el hombre primitivo tuvo que alimentarse de todo aquello que era capaz de masticar y tragar. Es, pues, más que verosímil que el hombre se haya llevado a la boca casi todos los vegetales -también animales, por supuesto- que ha encontrado en su camino. Así, se han ido seleccionando las plantas que servían de alimento, las que mataban o enfermaban y las que curaban o aliviaban. De entre todas las plantas beneficiosas, hay unas cuantas que han alcanzado una enorme aceptación y que se vienen utilizando desde antiguo para preparar infusiones muy apreciadas como bebida alternativa y complementaria al simple agua clara.

En las más populares infusiones de hierbas y plantas, como el té, la manzanilla, la tila o la menta, lo que se aprecia no son sólo sus propiedades medicinales, sino también otras virtudes en el contexto de la dieta. Tanto o más que su posible acción beneficiosa sobre el organismo, se valoran sus cualidades aromáticas y gustativas y sus efectos sobre el espíritu. Y luego está el ritual, el significado social, la tradición y la costumbre. Al igual que ocurre con el vino, la cerveza y otras bebidas milenarias, las infusiones se toman para aliviar las necesidades de agua (el agua caliente calma mejor la sed que el agua fría) y, de paso, para «beber algo», que por supuesto siempre es algo más que agua. De entre todas las infusiones, el té es la que goza de mayor difusión. Aparte del agua, no hay otra bebida más consumida: cada minuto en todo el mundo un millón de tazas de té; cada día, cerca de 1.500 millones.

Descubierto en China hace milenios, el té es poco menos que la bebida nacional y ritual de muchos pueblos orientales y musulmanes, y, claro está, de los británicos, que lo dieron a conocer a medio mundo. Pero en los países latinos el té goza de escasa aceptación. En Italia -y algo parecido debe ocurrir en España- sólo se toman tres tazas de té por habitante y año, y hay quien dice que se las beben los ingleses que están de paso. El lugar del té lo ocupa aquí el café -bebida que por su importancia merece comentario apartecomo en Sudamérica lo ocupa el mate. Té, café, mate y otras bebidas tienen algo en común, que es la clave de su éxito: la cafeína y algún otro alcaloide con acciones estimulantes y antisoporíferas.

Pero no todas las infusiones populares son estimulantes. Con las flores, hojas y semillas de otras plantas se elaboran tisanas con variadas propiedades, como la relajante tila, la digestiva y sedante manzanilla, la antiácida hierba Luisa, la estomacal mentapoleo o la melisa «amiga del corazón», con la que los carmelitas descalzos preparan desde 1611 ese popular alcoholato antiespasmódico conocido como Agua del Carmen. Estas y otras conocidas infusiones tienen cualidades más que demostradas para ser una digna alternativa al café y desempeñar un papel más relevante en nuestra dieta. Y no se trata de hacer arriesgadas incursiones en la herboristería (las hierbas tienen sus riesgos), sino de abrir el paladar al saludable, aromático y sensual mundo de las infusiones. Porque no todos los días comemos lo mismo, ni nos sentimos igual.

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