El planeta Tierra todo bajo control

Algún momento del lejano futuro, quizá hacia el siglo XXIV. La democracia ha sido sustituida por una sociedad de corte militar. Los ciudadanos de la Federación parecen vivir en la pasividad mental de los poseedores de un cerebro lobotomizado. 

El Gobierno lanza dogmas y consignas sin pausa. Una de ellas recuerda a la población que el siglo XX fue aquel tiempo en el que un puñado de «científicos sociales» condujeron al mundo al caos. Y que nada remotamente parecido puede volver a suceder. Todo está bajo control. Hasta que los insectos del planeta Klendathu -hasta siete especies diferentes en posesión de agresivos instintos sangrientamente asesinos-, comienzan a atacar la tierra. La primera señal de ello es el bombardeo despiadado de Buenos Aires. ¡Es la guerra!

Así comienza la utopía futurista y épica del guionista Ed Neumeier a partir de Las Brigadas del espacio, escrita por Robert Anson Heinlein en 1959.

Convertida en una obra clásica de la ciencia ficción, la literatura de Heinlein ha conocido ya tres adaptaciones al cine. Esta cuarta, marca el regreso del director holandés afincado en Estados Unidos Paul Verhoeven a un territorio cinematográfico explorado por él en dos ocasiones anteriores: Robocop (1987) y Desafío total (1990), sendos hitos en la historia del género.

Con los colaboradores con los que realizó aquellos dos títulos, Verhoeven ha construido una espectacular película mezcla de teenage fictions de serial juvenil televisivo y película bélica, de ciencia ficción militar y épica de combate contra monstruos, de filme de horror y sátira del mundo futuro. En Las Brigadas del espacio Verhoeven despliega su virtuosa pericia técnica, pero hace también aflorar su humor perverso dejándose influir estilísticamente por El triunfo de la voluntad, de Leni Riefenstahl, los documentales bélicos de la II Guerra Mundial, sus propios recuerdos infantiles en la Holanda aplastada por la bota alemana y los filmes de guerra de los años 40 y 50.

Con todo ello, nos muestra un futuro fascista cortado por el patrón del III Reich para, a la vez, criticar ácidamente tanto al militarismo como a la idiotización de la sociedad ultraconservadora, capaz de ejecutar a un reo la noche del día del crimen. Los 129 minutos y 23 segundos de la película están claramente distribuidos en dos partes, correspondiendo la segunda a la brutal guerra contra los insectos en Klendathu.

La crítica norteamericana condenó la glorificación de la violencia ejecutada por Verhoeven en una película calificada de «videojuego hiperactivo de muerte». El crítico que fue más lejos, dejó escrito que la desalmada, excitante y adictiva violencia de la película convierte a los espectadores en Terminators vicarios.

La controversia no hace sino lanzar a su protagonista, Casper van Dien y a las muy atractivas Denise Richards y Dina Meyers, actrices televisivas.

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