La periodista que cambió a Pepe Sancho
Desde que me casé con Reyes, mi vida se convierte en un
tornasol que no tiene nada que ver con lo que había sido antes». Estas palabras
del propio Pepe Sancho sirven para ilustrar lo que supuso la irrupción de la
periodista Reyes Monforte, 28 años más joven, en su corazón.
Desde que se
conociera en 2003, la pareja ha vivido una década de amor sereno hasta que el
actor valenciano falleciera el pasado domingo, a los 68 años, a consecuencia de
un cáncer.
Ni Alejandro, el hijo que Sancho tuvo con su anterior
esposa, María Jiménez, ni su hermano Lluís sabían de la gravedad del estado de
salud del intérprete. «El hermetismo fue total...
No pude decirle adiós», se
quejaba su hermano. Ellos pertenecían a la anterior vida de Sancho. «Pepe no
habló con nadie de su enfermedad. No lo entendemos. Le hubiéramos ayudado en lo
que pudiéramos... Pero él sólo quería a Reyes cerca, parecía que le tuviera
secuestrado», comentan fuentes cercanas a la familia.
Efectivamente, durante los últimos meses, la bella
periodista se convirtió en la sombra de Sancho. «Después de los ensayos ahí
estaba Reyes para recogerlo en coche.
Si tenía que ir a los chequeos, le
llevaba ella. Siempre que no estaba en escena, estaba con ella», explica una
fuente implicada en La amante inglesa, la función que el valenciano tuvo que
abandonar a sólo dos días de su estreno hace poco más de un mes.
A pesar de la propia fama que Monforte ha cosechado en su
carrera gracias a best sellers como Un Burka por amor o La infiel (de ambos
libros Antena 3 compró sus derechos para miniseries), en los últimos meses se
había convertido prácticamente en la secretaria del actor.
«Cuando hacíamos
algo con Pepe, luego llamaba ella para pedirnos los PDFs y colgarlos en su web.
Ella se la llevaba». ¿Qué
autora que vende 250.000 ejemplares de un libro se ocupa de esos detalles de su
pareja?
Sancho no tenía agente. Él mismo llevaba su carrera y la
periodista se entregó a su causa cuando a éste le faltaron las fuerzas, igual
que lo hizo con las memorias que el ganador del Goya por Carne trémula escribió
en 2006, Bambalinas de cartón.
«La disciplina de Reyes me ha ayudado mucho»,
decía él. En ellas, por cierto, Sancho no le dedicaba ni una línea a María
Jiménez, la mujer con la que se casó tres veces. Esa fue su otra vida. La vida
de canalla y mujeriego, aquella en la que gastaba un carácter volcánico e
irascible que Reyes logró atemperar en parte porque, como buen valenciano (y él
lo llevaba a gala), Sancho seguía siendo de traca.
Con Monforte dijo adiós a
sus correrías nocturnas y a su afición a las faldas. Aún se tomaba un par de
gin-tonics a media tarde en la cafetería Santorini, cerca de su casa madrileña,
mientras se alegraba la vista con las modelos que pasaban a una agencia
cercana, pero ya no era la sombra del don juan de antaño.
BODA SIN SU HIJO
Aquello se terminó en 2006, cuando se casó con la rubia
periodista en un hotel de lujo en Bétera. Sólo acudieron 65 invitados, entre
los que figuraban Ana Duato (quien fue su madrina y que ahora se está
encargando de su funeral en Madrid en la iglesia de San Lorenzo), Imanol Arias,
Luis del Olmo, el político Esteban González Pons o su primo Antonio Asunción,
ex ministro de Interior socialista. Alejandro (31), el hijo del actor, quedó
fuera del enlace.
Quizás por eso, a pesar de que le despidió cariñosamente en
su incineración, prefiere no decir nada de su famoso progenitor. «Si no he
hablado de mi padre cuando estaba vivo, ahora mismo no lo veo adecuado y creo
que, tal vez, si llamas a la viuda te puede ayudar más», cuenta a LOC con un
destello de resentimiento. Llevaba seis años sin hablar con el actor.
Aún así, durante su incineración Alejandro le rindió
homenaje y depositó en el féretro una carta y una fotografía de su hermana
Rocío y de él cuando eran pequeños.
Rocío era la hija que María Jiménez tuvo
antes de conocer al actor y que Sancho reconoció como suya cuando contaba dos
años. Desgraciadamente, falleció a los 16 años en un accidente de tráfico. «Ésa
y la muerte de mi padre, a quien estuve muy unido, han sido las que más he
sentido en mi vida», diría el actor.
No fue la única paternidad que Sancho reconoció. También
está Javier (40), fruto de su affaire con la ex azafata del Un, dos, tres Pilar
Pérez. En 1995, Sancho declaró que había tenido un hijo con la modelo.
Según
él, le conoció cuando tenía ya tenía un año y quiso encargarse del pequeño sin
siquiera hacerse las pruebas de ADN. Sin embargo, la madre, temerosa de perder
a su hijo, le denunció y un juez anuló la paternidad del actor en 1980. Ahora,
Javier podría abandonar su anonimato y reclamar parte de la herencia.
Deshecha por la pérdida de su amor, Monforte prefiere no
entrar en consideraciones sobre el tema. «Estoy que no me tengo, no te voy a
poder decir nada. Prefiero dejarlo aquí», explica amablemente.
Sin embargo, la
periodista tendrá que hacer frente al reclamo del tercio de la legítima por
parte de Alejandro (y, si se decidiera, quizás por parte de Javier). Los
conocidos de Sancho aseguran que el actor lo tenía todo bien atado, sin embargo
también auguran problemas.
«No tanto porque los busque el propio Alejandro,
sino porque su madre lo va a espolear».
Sancho fue un hombre que llevó con fortuna su carrera. Baste
para reflejarlo esta anécdota. Hace años, un productor le citó a las seis de la
tarde y le tuvo media hora esperando en el antedespacho.
A las seis y media, el
actor decidió que, por cada cinco minutos más que le tuviera esperando, le pediría
100.000 pesetas más por la película. El productor le hizo pasar a las siete
menos diez y, cuando ya habían firmado el contrato, le dijo: «Si no me hubieses
tenido más de tres cuartos de hora esperando, te habría salido 400.000 pesetas
más barato».
GRAN TRABAJADOR
Gracias a su talento y esa portentosa voz «que trepaba hasta
lo más alto de los escalones del teatro romano de Mérida», según José Tamayo,
Sancho mantuvo un gran ritmo de trabajo hasta el final.
En la televisión tuvo
papeles importantes en las series Imperium, Crematorio, Cuéntame y en la propia
miniserie escrita por su mujer, Un burka por amor.
Él mismo negociaba sus
cachés y, según fuentes del sector, no bajaba de los 40.000 euros por episodio.
También en escena logró contratos con los Teatros de la Comunidad Valenciana.
Por lo que el actor logró bastante dinero, cuando otros de su generación
afrontan la jubilación o el declive.
Para los temas de creación artística, Sancho era apoderado
de Prosopon S. L., que creó en 1995 cuando aún estaba casado con María Jiménez.
Desde 2010, Reyes Monforte es quien aparece como administradora única de esta
entidad. También está el espléndido piso que la pareja compró al poco de
casarse en Plaza de España y sobre el que pesa una hipoteca de 253.000 euros.
Pero más allá del patrimonio que deje Sancho, a Reyes le
quedará una espina: no haber tenido un hijo con el actor. La propia madre de
Sancho, que falleció hace un año, le había pedido al intérprete otro nieto y él
estaba ilusionado con dárselo.
«Quiero tener un hijo con Reyes», contaba
alegre. Sin embargo, es una cosa más que se queda en el tintero de un grande
que se fue dejándose muchos papeles y noches de estreno con los que demostrar
su genio.
MALOS TRATOS E INFIDELIDADES
TRES BODAS Y DOS DIVORCIOS. Desde que se diese a descubrir
como El estudiante de Curro Jiménez, Pepe Sancho siempre fue un seductor. Entre
sus conquistas figuraban la periodista Isabel Tenaille o la azafata del Un,
dos, tres...
Pilar Pérez, pero fue María Jiménez la mujer con la que se casó
hasta en tres ocasiones (una de ellas en un exótico hotel en Nepal) y de la que
se separó dos veces, quien ha ocupado un papel principal en la biografía del
actor hasta la llegada de Reyes Monforte. En total, fueron 22 años de
tempestuosa relación hasta que se divorciaron en 2002.
En los últimos tiempos, María Jiménez se refería a Pepe
Sancho como «su difunto» y el actor prefería no mentar (ni que le mentasen) a
su ex. Así de mal terminó la historia de amor de 22 años entre la aguerrida
folclórica y el volcánico actor.
Muchos especularon con que ella acudiría ayer
a Sálvame Deluxe a hacer caja contando las miserias de esa tormentosa vida en
común. Sin embargo, fue Kiko Hernández quien ocupó el protagonismo del
programa. Según cuentan, María no quiere mover ficha todavía para no perjudicar
a su hijo.
Aunque, en un primer momento, no dudó en disparar diciendo que
Alejandro se había enterado por televisión de la muerte de su padre.
Las broncas entre la cantante y el actor se convirtieron en
un sucio clásico de los programas del corazón durante su divorcio en 2002. Él
siempre abjuraría de aquella etapa sumido en la «telebasura».
María le acusó de
haberle sido infiel en numerosas ocasiones e incluso de haberla maltratado, una
grave acusación que les llevó a los juzgados a raíz de la publicación de la
biografía de Jiménez, Calla canalla. «He llegado a la conclusión de que la
única explicación es que Pepe sea un psicópata», contaba en estas memorias, que
vendieron más de 22.000 ejemplares.
«Es un asesino cobarde que no tuvo huevos
para matarme de una vez e intenta hacerlo, poco a poco, volviéndome loca para
que sea yo la que me quite de en medio».
El actor contraatacó diciendo que fue ella quien llegó a
herirle en una ocasión e interpuso una demanda por vulneración de su derecho al
honor aunque, finalmente, la cantante fue absuelta.
En esta batalla judicial sin cuartel involucraron a su hijo,
Alejandro, haciendo que los jueces le llamaran a declarar como testigo. Él tomó
partido por su madre, apoyándola y dando la espalda a Sancho. Desde entonces,
se rompió la relación entre ambos. Ésa fue la otra vida del actor antes de que
Reyes Monforte le serenase.
Comentarios
Publicar un comentario