Torrente 5 es la versión más brutal

Torrente es el que era ni la España a la que regresa la misma de aquella que dejó en plena crisis en 2011. 

El primero luce más delgado ("Eso al principio, luego llegué ganar 15 kilos") y la segunda, más sucia. Ahora, definitivamente, todo es peor. Aunque no muy distinto. 

De entrada, estamos en el futuro, en un lugar casi (sólo casi) extraño donde Cataluña es un país independiente y Europa hace ya tiempo que pasa de nosotros. Hemos vuelto a la peseta. 

Y, sin embargo, y pese a tanto cambio... todo sigue igual. "Torrente a Torrente", dice Santiago Segura, "desde que empecé en 1998, todo ha sido cada vez más triste". 

El director se muestra convencido de que la película que ahora presenta, Torrente 5. Operación Eurovegas, es como las demás, pero muy diferente. "Cuando la escribí noté la crispación; algo que nunca antes había sentido. Y eso, quieras o no, está en la película. 

Si se quiere es la más coyuntural de todas, pero también la más acabada. En ella se rinde homenaje a muchos de los personajes de las otras entregas... De alguna forma, se acaba un ciclo". Un momento.

–¿Un adiós quizá?

–Es perfecta como despedida porque acaba en lo alto. Es un bonito cierre, un fin de fiesta. Tengo la impresión de que he acabado un periodo. Son ya 17 años y, al contrario que en las otras, he terminado convencido de que ahora sí he hecho todo. Me va a costar hacer otra. Tendría que reiniciar la saga.

Sea como sea, sí se podría decir que estamos delante de la más negra de todas ellas. De repente, todas las barbaridades que pasean por la pantalla se parecen demasiado a las del telediario. Como nunca antes. "Nos ha costado no vernos superado por la realidad. Imaginamos que España volvía a la peseta y que en los billetes aparecían Felipe y Leticia. 

Cuando abdicó el rey en mitad del rodaje, casi me da un infarto. El telediario me gafó un chiste. Y luego lo del anuncio de Eurovegas...", comenta convencido de que su intención de hacer algo así como política ficción se ha dado de bruces con aquello de que la realidad supera siempre la más turbia de las imaginaciones. 

De hecho, la película irrumpe este viernes en la catelera con el ruido de la bronca política por la consulta en Cataluña. 

"No era consciente cuando la hice, pero es gracioso. Es difícil no quedarse atrás. Una película tarda tanto tiempo. Quería, por ejemplo, que, como es el futuro, se viera mucha basura en las calles. Pero antes de empezar a rodar hubo una huelga de barrenderos y el director artístico quedó destruido. Jamás íbamos a poder imitar en plató aquello".

–Por cierto, ¿cómo ve lo de Cataluña?

–Diga lo que diga, sé que voy a molestar a alguien. Es lo de la crispación que decía antes. Entiendo que los pueblos tienen que decidir sobre su futuro, pero también creo que todo es un engaño político. Se les ha vendido a los catalanes que van a estar mejor siendo independientes y yo creo que estarían mejor si estuvieran mejor gestionados. 

Al final, yo creo que van a ser juiciosos y se van a quedar, pero si se separan tampoco me parece mal. Personalmente, como me encanta Cataluña, me daría un poco de pena tener que ir de visita.

A un lado políticas y realidades, Torrente 5 vuelve por sus fueros en una situación del cine también rara. Por primera vez desde la segunda entrega, la comedia de Segura no aparece con el deber de salvar la cuota de pantalla. 

"Me tranquiliza saber que 8 apellidos vascos es insuperable. Sé que pase lo que pase, no fracasaré", dice para acto seguido admitir algo tan elemental como el miedo: "Es muy estresante. No tanto por el público como por la industria que siempre exige un más difícil todavía. Todo el mundo quiere mejores resultados que con la anterior. 

Lógicamente, por otro lado. Y claro, la responsabilidad crece. Al final estás jugando con juguetes muy caros. Una película de ocho millones ahora mismo en España es una proeza. Y mucho, el riesgo".

–Esta vez se atreve con todo... Incluso la Monarquía.

–Por un lado, ellos se han encargado de hacerse daño solos. Pero, por otro, los medios antes mantenían un prudente silencio que ahora han roto. Me alarma, cambiando de rey, cuando oigo que lo de Jordi Pujol en Cataluña lo sabía todo el mundo... 

Pujol es a la indepencia lo que Urdangarin a la Monarquía. Un señor que roba un millón es un ladrón, pero otro que roba cientos de millones es un genocida. ¿Cuántas vidas se podrían salvar con ese dinero?

Pues eso.

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