Torrente 5 es la versión más brutal

El primero luce más delgado
("Eso al principio, luego llegué ganar 15 kilos") y la segunda, más
sucia. Ahora, definitivamente, todo es peor. Aunque no muy distinto.
De
entrada, estamos en el futuro, en un lugar casi (sólo casi) extraño donde
Cataluña es un país independiente y Europa hace ya tiempo que pasa de nosotros.
Hemos vuelto a la peseta.
Y, sin embargo, y pese a tanto cambio... todo sigue
igual. "Torrente a Torrente", dice Santiago Segura, "desde que
empecé en 1998, todo ha sido cada vez más triste".
El director se muestra
convencido de que la película que ahora presenta, Torrente 5. Operación
Eurovegas, es como las demás, pero muy diferente. "Cuando la escribí noté
la crispación; algo que nunca antes había sentido. Y eso, quieras o no, está en
la película.
Si se quiere es la más coyuntural de todas, pero también la más
acabada. En ella se rinde homenaje a muchos de los personajes de las otras
entregas... De alguna forma, se acaba un ciclo". Un momento.
–¿Un adiós quizá?
–Es perfecta como despedida porque acaba en lo alto. Es un
bonito cierre, un fin de fiesta. Tengo la impresión de que he acabado un periodo.
Son ya 17 años y, al contrario que en las otras, he terminado convencido de que
ahora sí he hecho todo. Me va a costar hacer otra. Tendría que reiniciar la
saga.
Sea como sea, sí se podría decir que estamos delante de la
más negra de todas ellas. De repente, todas las barbaridades que pasean por la
pantalla se parecen demasiado a las del telediario. Como nunca antes. "Nos
ha costado no vernos superado por la realidad. Imaginamos que España volvía a
la peseta y que en los billetes aparecían Felipe y Leticia.
Cuando abdicó el
rey en mitad del rodaje, casi me da un infarto. El telediario me gafó un
chiste. Y luego lo del anuncio de Eurovegas...", comenta convencido de que
su intención de hacer algo así como política ficción se ha dado de bruces con
aquello de que la realidad supera siempre la más turbia de las imaginaciones.
De hecho, la película irrumpe este viernes en la catelera con el ruido de la
bronca política por la consulta en Cataluña.
"No era consciente cuando la
hice, pero es gracioso. Es difícil no quedarse atrás. Una película tarda tanto
tiempo. Quería, por ejemplo, que, como es el futuro, se viera mucha basura en
las calles. Pero antes de empezar a rodar hubo una huelga de barrenderos y el
director artístico quedó destruido. Jamás íbamos a poder imitar en plató
aquello".
–Por cierto, ¿cómo ve lo de Cataluña?
–Diga lo que diga, sé que voy a molestar a alguien. Es lo de
la crispación que decía antes. Entiendo que los pueblos tienen que decidir
sobre su futuro, pero también creo que todo es un engaño político. Se les ha
vendido a los catalanes que van a estar mejor siendo independientes y yo creo
que estarían mejor si estuvieran mejor gestionados.
Al final, yo creo que van a
ser juiciosos y se van a quedar, pero si se separan tampoco me parece mal.
Personalmente, como me encanta Cataluña, me daría un poco de pena tener que ir
de visita.
A un lado políticas y realidades, Torrente 5 vuelve por sus
fueros en una situación del cine también rara. Por primera vez desde la segunda
entrega, la comedia de Segura no aparece con el deber de salvar la cuota de
pantalla.
"Me tranquiliza saber que 8 apellidos vascos es insuperable. Sé
que pase lo que pase, no fracasaré", dice para acto seguido admitir algo
tan elemental como el miedo: "Es muy estresante. No tanto por el público
como por la industria que siempre exige un más difícil todavía. Todo el mundo
quiere mejores resultados que con la anterior.
Lógicamente, por otro lado. Y
claro, la responsabilidad crece. Al final estás jugando con juguetes muy caros.
Una película de ocho millones ahora mismo en España es una proeza. Y mucho, el
riesgo".
–Esta vez se atreve con todo... Incluso la Monarquía.
–Por un lado, ellos se han encargado de hacerse daño solos.
Pero, por otro, los medios antes mantenían un prudente silencio que ahora han
roto. Me alarma, cambiando de rey, cuando oigo que lo de Jordi Pujol en
Cataluña lo sabía todo el mundo...
Pujol es a la indepencia lo que Urdangarin a
la Monarquía. Un señor que roba un millón es un ladrón, pero otro que roba cientos
de millones es un genocida. ¿Cuántas vidas se podrían salvar con ese dinero?
Pues eso.
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