Acuchillan a mujeres con la falda demasiado corta

Con demasiada asiduidad nos equivocamos al hablar. Por ejemplo, yo mismo, que vivo del lenguaje, siempre había creído que un garrulo era lo que se dice un tío lerdo, zafio, patán, de esos a quienes no se puede llevar precisamente a un cocktail organizado por la gente más fina que conoces. 

Pero garrulo, como tal, no existe en el Real Diccionario de la Lengua Española. La palabra correcta es gárrulo, con acento en la a. Las esdrújulas a veces son muy traidoras. Por gárrulo, además de un viento molesto y pertinaz o ciertas aves que gorjean mucho, se entiende «persona muy habladora o charlatana».

Así, asépticamente, esa persona puede ser desde el tío Eufrasio de mi pueblo, pasando por José María Aznar hasta el mismísimo Einstein. O sea, pueden decir burradas o genialidades. Lo que cambia un acentito de nada...

En nuestro país, como supongo sucede en absolutamente todos, se da un determinado tipo de sujeto gárrulo a los que yo denomino gárrulos con túnica. A saber: desde los obispos, que cada vez que abren la boca es para afirmar una cosa más reaccionaria que la anterior, los magistrados y jueces y los del gremio médico. De los primeros es preferible no mentar sus dislates, pues la misma mustrenquez que demuestran en su celo apostólico les delata.


Pero acerca de los otros sí quisiera puntualizar un par de cosas.Viene ocurriendo desde siempre, pero últimamente ha habido dos casos que me llenaron de estupor. En el primero un juez consideró que cierto individuo que asestó no sé cuántas cuchilladas a su mujer no había tenido intención de matarla, aunque varias de tales cuchilladas fueron en el cuello. Algo debió ver u oler el juez en la mujer, que era el principal y único testigo del caso, para rebajar muchísimo la pena que tal energúmeno merecía. Tal vez una falda demasiado corta, o cierta actitud insolente, quién sabe...

Algo similar pasó hace poco con una joven marroquí a la que su ex pareja le hizo otro tanto. Porrada de cuchilladas. Resulta que la chica, de muy bien ver, se presentó a la vista del juicio con un sugerente traje de cuero negro y con pulseras y collares.También ese dato debió mosquear a su Señoría, que prácticamente dejó en libertad al monstruito de turno. Con una lagarta que viste así es natural que acaben pensando ciertas cosas...

De tales casos está llena la historia reciente de la jurisprudencia española. Son gárrulos ilustres, sin duda. Como determinado doctor que al hablar de la edad avanzada a la que las españolas tenían hijos en la actualidad, y no entre los 20 y los 30 años como debiera ser, afirmaba que las mujeres de hoy «quieren consolidar primero una relación, necesitan conseguir una casa o un trabajo estable, o quieren ir de vacaciones a las Indias». 

Lo de la casa y el trabajo tendría una lógica, pero lo de la pareja estable ¿Es tan extraño? ¿Se trata de meter en el mismo saco a alguien que desea asegurarse de con quién va a vivir, quizá el resto de su vida, con el hecho de irse de vacaciones? Lo de las Indias, dicho sea de paso, suena más a Fray Bartolomé de las Casas o a Torquemada que a otra cosa. Pues eso.

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