Buscando a ET.

Durante 200 años, y hasta que el astronauta Neil Armstrong puso su pie en la Luna, allá por 1969, la existencia de selenitas dio mucho juego en la ciencia ficción. Las misiones Apollo de la NASA acabaron con el mito de un satélite habitado, pero aún hoy continúan las especulaciones sobre si nuestra vecina recibió en el pasado visitantes de otros mundos que la utilizaron como base para observar la Tierra.

Esta es la provocadora hipótesis que plantea el conocido físico británico Paul Davies, actualmente en la Universidad de Arizona, en un trabajo cofirmado con el joven Robert Wagner en la revista Acta Astronautica. Davies y Wagner lanzan una propuesta que, sin duda, va a dar que hablar: iniciar un proyecto con voluntarios de todo el mundo, al estilo del Seti (el programa de Búsqueda de Vida Extraterrestre Inteligente), para localizar mensajes, basura, instrumentos científicos o infraestructuras que, quizás, dejaron en la Luna los extraterrestres. Esa búsqueda se realizaría, a través de internet, en las miles de fotografías que está enviando a la Tierra la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA.

Ambos reconocen que la posibilidad de encontrar algo es «ínfima», pero aseguran que, si existiera alguna prueba de su paso por la Luna, hoy no se podría detectar porque no hay suficientes ojos escrudriñando las 320.000 imágenes que ha captado la LRO desde 1999. «Sabemos que la probabilidad de hallar algo es muy baja y que el reto que planteamos es formidable, pero no son problemas irresolubles y con una estrategia de bajo costo podemos aproximarnos al que sería uno de los grandes descubrimientos científicos de todos los tiempos», argumentan los investigadores.

La idea, que no es nueva (en 1999, Ernst Fasan ya dijo algo parecido), no ha sido bien recibida por algunos colegas, que creen que puede restar credibilidad a investigaciones muy serias sobre la búsqueda de vida en otros planetas. «Es más provocativo que científico. No presentan ninguna evidencia de que haya algo en la Luna. Ni siquiera sabemos si existe vida fuera de la Tierra, aunque soy un convencido de que sí la hay», señala a EL MUNDO el investigador Jesus Martínez-Frías, del Centro de Astrobiología (CSIC-Inta).

Davies y Wagner consideran que si el Seti busca, desde hace 50 años, mensajes radiados por seres del espacio profundo, también es posible que hace decenas de miles e incluso millones de años alguien visitara el Sistema Solar. Y, señalan, si llegaron a la Luna quizás dejaron huellas que se pueden encontrar por varias razones: porque la cámara de la LRO capta el suelo lunar con una precisión de medio metro y antes de 2013 habrá mapeado el 100% en un millón de fotografías; porque la Luna es el astro más cercano; y porque no tiene actividad tectónica ni ha sufrido erosiones por lo que esos rastros se podrían encontrar con más facilidad que en la Tierra, que ha sufrido grandes transformaciones en su historia. «Si vinieron aquí hace 100 millones de años, nada habría sobrevivido a terremotos, huracanes o glaciares, pero la Luna es casi inerte», argumenta Davies. «Tampoco se sabe si llegaron en varias ocasiones o de civilizaciones distintas», añade.

Desde luego, el hallazgo más impactante sería un mensaje. La cuestión, reconocen, es que si los aliens visitaron la Luna hace unos miles de años, sí que pudieron entrever que en la Tierra había desarrollo tecnológico, y quizás lo dejaron encapsulado cerca de un lugar destacado, como el cráter Tycho, pero si su visita fue hace cientos de millones de años, es poco probable que ese mensaje haya sobrevivido a los impactos de meteoritos. Por ello, otros lugares que Davies y Wagner consideran adecuados como buzón cósmico son los polos, que han sido más estables.

Respecto a los intrumentos científicos, reconocen que lo más evidente sería buscar paneles solares, cuyos restos tapados por polvo lunar habría que desenterrar. También las regiones polares son un buen lugar porque tienen más horas de luz. «Además, están cerca de cráteres siempre en sombra, buen sitio para instalar radiotelescopios. Bien es cierto que, de momento, nada de ello se ha encontrado en las múltiples imágenes analizadas», comentan.

Puede haber incluso basura extraterrestre, desde pequeñas piezas olvidadas hasta residuos nucleares, que pueden estar almacenados en los tubos de lava lunares, lugares que se han propuesto como ubicación para una futura base lunar humana por estar protegidos de radiaciones y meteoritos. Incluso podrían encontrarse restos de actividades de minería y extracción de materiales u otras obras «que no podemos adivinar», en palabras de los autores.

Para buscar todos estos rastros, si existieran, Wagner ha diseñado un software capaz de analizar 200 fotos por hora y señalar automáticamente determinadas características. El problema es que sólo identifica lo que previamente se ha programado. Por ello, consideran imprescindible la intervención humana.

Y con objeto de que sea una investigación barata -difícilmente lograrían financiación-, proponen que funcione como la web MoonZoo.org, en la que voluntarios de todo el mundo entran gratuitamente para contar cráteres en fotos de la Luna.

«Ahora, en el Laboratorio de la LRO en Arizona hay un grupo pequeño de estudiantes analizando las imágenes, pero se acumulan y no dan abasto. Con un programa similar al Galaxy Zoo podríamos reclutar un gran número de entusiastas amateur que las escrutarían», concluyen. En otras palabras: se trata de buscar aliens en la Luna sin salir de casa.

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