¿El fútbol es así?

Curiosamente, nosotros tememos como si fuera una catátrofe este calentamiento climático de los hielos, ya que aspiramos con todas nuestras fuerzas a la democracia en el terreno político. Si hace tiempo la URSS hubiera sacado su stock de oro al mercado mundial, lo habría desestabilizado de manera completa. Si ahora los países del Este vuelven a poner en circulación el inmenso cargamento de libertad que habían conservado en frío, también van a desestabilizar el metabolismo tan frágil de los valores occidentales, que quiere que la libertad no aparezca ya como acción, pero sí como una forma virtual y consensual de interacción, no como un drama, sí como un psicodrama universal del liberalismo. 


Una inyección repentina de libertad como intercambio real, como trascendencia violenta y activa, como idea, sería en todo punto catastrófica para nuestra forma de redistribución climatizada de los valores. Por eso les pedimos la libertad, la imagen de la libertad, a cambio de signos materiales de la libertad. Contrato perfectamente diabólico, por el cual unos corren el peligro de perder su alma, y los otros su confort.

Pero quizá sea mejor así para las dos partes. Las sociedades enmascaradas (las sociedades comunistas) están desenmascaradas. ¿Qué aspecto presentan? Nosotros hace mucho que estamos desenmascarados, y que no tenemos ni máscara ni rostro. Tampoco tenemos memoria. Estamos buscando en el agua de la memoria sin trazos, es decir, esperando que quede alguna cosa cuando incluso los trazos moleculares han desaparecido. Así está nuestra libertad: nos gustaría producir cualquier signo, y estamos postulando su existencia infinitesimal, impalpable, indetectable, en un medio con tal alta disoluión (programática, operacional) que sólo su espectro flota todavía en una memoria que no es más que la del agua. 

La fuente de la libertad en Occidente está tan seca (testigo de ello es la conmemoración de la Revolución), que nos es necesario esperar todo de los criaderos del Este, al fin abiertos y descubiertos. Pero tras la liberalización de este stock de libertad (la idea de la libertad se ha convertido en algo tan extraño como un recurso natural), ¿qué puede haber si no es, como sobre todo mercado, una intensa energía superficial de intercambios, tras el desmoronamiento rápido de energías diferenciales y de los valores? ¿Qué significa la «glasnost»?

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