Pensarlo todo de manera diferente
Laura viajó hasta Wisconsin en 20 de Bachillerato para hacer el curso allí. Esta experiencia le permitió conocer la verdadera vida estadounidense, algo muy distinto de lo que se refleja en las películas americanas. Allí, Laura mejoró su inglés, tuvo su propia familia americana, estudió en el instituto como una alumna más, hizo nuevas amistades y disfrutó de todos los acontecimientos.
¿Qué te aportó la experiencia? Creo que marcó un punto de inflexión en mí, pues vi que las cosas podían ser distintas a como las piensas. Conseguí confrontar mi historia personal. Pero no sólo eso, esta experiencia permite reforzar tus raíces, saber de dónde vienes, y conoces quién eres y quién quieres seguir siendo.
¿Alguna diferencia entre la educación de aquí y la de allí? Muchísima. Su educación no es peor que la nuestra, hay mucha flexibilidad y libertad para elegir. No hay un solo horario para todo el mundo, sino que cada alumno puede escoger las clases que más le interesan y en distintos niveles. Por otro lado, la asistencia es obligatoria. Aquí también, pero allí la ley es la ley. En España yo he estado en más de un instituto y nunca he visto ningún centro donde sea tan complicado hacer novillos como en EEUU.
¿Cómo fue tu acogida? Tuve muy buena acogida. La familia me vino a buscar en seguida con un ramo de rosas y eran muy abiertos. Los americanos son muy simpáticos y educados.
Te preguntan de dónde vienes, cómo es tu país, y si estás bien en su patria.
¿Era como esperabas o te sorprendió? Me sorprendió más de lo que esperaba, aunque conocía sus costumbres y modos de vida por las películas o series. Vi que eso era sólo una parte de EEUU, que poco o nada tiene que ver con la vida del ciudadano de a pie. América es un país muy espiritual.
¿Recomendarías la experiencia? Absolutamente. Si no fuera por las imposiciones, obligaría a todos los alumnos/as que han acabado el instituto a tomarse un año en un país extranjero para aprender inglés.
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