Acabar con el armamento mundial

Fica acabar con una cifra aproximada del 35% del «stock» mundial de este tipo de armamento táctico. Merece la pena recordar que la primera vez que se utilizó la bomba atómica fue el 6 de agosto de 1945, contra la ciudad japonesa de Hiroshima. La muerte de 75.000 personas fue debida al lanzamiento dé una bomba de 16 kilotones de potencia. Pero, unavez retiradas las armas norteamericanas, quedan sobre suelo europeo 70 misiles Plutón franceses con una potencia 10 a 25 kilotones y un alcance de 120 kilómetros. Además de las cabezas nucleares británicas quedan también en el escenario los 1.370 misiles ScudB soviéticos de 300 kilómetros de alcance y una potencia de entre 1 y 10 kilotones y los 1.760 misiles FROG y SS-21, de 70 kilómetros de alcance y con potencias entre 1 y 100 kilotones.

 La tercera de las causas que pueden haber llevado a Bush a hacer su propuesta, según el CIP, sería la de la necesidad de reducir los gastos militares de EEUU, debido al enorme déficit fiscal. Desde el fin de la guerra fría numerosos sectores sociales y políticos reclaman la reducción de gastos militares y mayores inversiones en sectores civiles. La retirada y destrucción de armas nucleares anunciada tendrá un elevadísimo coste a corto plazo y provocará pérdidas en sectores industriales concretos, pero se calcula que alguna parte de los fondos del rearme se podrán canalizar hacia los sectores civiles. Pero incluso pese al desarme anunciado, los presupuestos destinados a fines militares en EEUU son de auténtico escalofrío. 

Siguen adelante programas como el SDI o «guerra de las galaxias» diseñado por la Administración Reagan, con costes de 700.000 millones de pesetas, o el del bombardero B-2, de costes similares. «Continuar con el objetivo de contar con la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), con los bombardeos B2 y con los misiles Midgetman albergados en silos es superfluo», declaró Daniel Plesch, al conocer que EE UU sigue adelante con esos programas que le darán la definitiva primera plaza de la superdisuasión. Pese al déficit fiscal en EE UU, la política de rearme sigue en auge. Se siguen encargando bombardeos B-2 con un coste cada uno de 85.000 millones de pesetas o lo que es lo mismo, seis aviones civiles Jumbo 747. Se siguen construyendo submarinos de ataque Seawolf a 200.000 millones de pesetas el ejemplar y continúa el programa supersecreto Aurora, para fabricar un avión hipersónico, que quema dólares por miles de millones.

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